Capítulo 4

502 47 13
                                    

Doma se encontraba cazando algo por allí, había aprovechado que Kotoha se había dormido para ir a buscar la cena, encontrándola casi al instante en que se fue del templo.

Se trataba de una mujer joven, la chica gritaba de dolor al ver cómo el sujeto devoraba uno de sus brazos.

—No entiendo por qué gritan tanto cuando me los como vivos —Aunque Doma parecía estar pensando demasiado en algo que era obvio—. A ver, ¿Por qué gritas, preciosa? —Y eso lo preguntó mientras le arrancaba los dedos de las manos de una sola mordida, haciéndola gritar aún más.

—¡AYUDA! —Pero la chica no paraba de pedir ayuda, sin recibir ninguna respuesta.

—Creo que no entendiste mi pregunta —Habló, sacando uno de sus abanicos—. Dije, ¿¡Por qué gritas!? —Y le amputó una de sus piernas con un ataque veloz.

—¡ESTÁS DEMENTE! —Y al final logró decir algo distinto entre gritos.

—No, simplemente no lo entiendo —Dejó de devorarla por un momento mientras acercaba su mano a su boca, arrancándose un pedazo de un mordisco—. Yo no grito cuando hago esto —Y al momento empezó a regenerarse—. ¿Por qué tu sí lo haces?

—Dolor —Habló mientras parecía agonizar—. Duele... que hagas... eso, duele... ¡Mucho! —Empezó a toser y sintió como Doma acariciaba su rostro.

—Lo siento, de verdad, pero me gustaría sentir el dolor que tú sientes, ¿Por qué simplemente no puedo hacerlo? —Y le dio el golpe de gracia para que dejara de sufrir—. Soy un maldito monstruo —Terminó absorbiéndola y luego fue a lavarse las manos para quitarse la sangre de encima.

Doma regresó con un mal sabor en la boca, y no porque la chica no supiera bien, sino porque una vez más seguía sin la capacidad de sentir, y lo deseaba, tan enfermamente que era capaz de hacer cualquier cosa por ello.

Pronto se encontró frente al templo y decidió entrar en él, sólo para encontrarse con la sorpresa de que Kotoha estaba despierta.

—No esperaba encontrarte despierta —Fue lo que le dijo. Kotoha se sorprendió por ello.

—Tuve otra pesadilla —Doma la miró con cierto desdén, rodando los ojos mientras suspiraba, para luego mostrarse empático otra vez.

—¿Ahora qué soñaste, Kotoha? —Se sentó a su lado y procedió a abrazarla para que se sintiera más segura. Kotoha sintió que Doma estaba raro.

—Soñé que un hombre asesinó a varias mujeres con un cuchillo —Intentó cambiarlo un poco para que Doma no sospechara de ello—. Y luego ese hombre se empezó a auto infligir daño, no sé si como castigo pero parecía estar loco.

—Ya veo —Doma estaba bastante pensativo, se le hacía raro que Kotoha estuviera teniendo pesadillas seguidas pero sentía que por alguna extraña razón, él era el protagonista de las mismas—. ¿Cómo era aquel hombre?

Kotoha se sorprendió al escuchar su pregunta, ya que Doma no solía pedirle detalles, pero seguramente empezaba a dudar de ella, o a sospechar de lo que le ocultaba.

—Era un muchacho joven, como de unos 15 o 16 años, llevaba un kimono corto con unos pantalones hakama —Doma la observó seriamente, como si esa información no fuese la que esperaba, lo que hizo que Kotoha se pusiera nerviosa—. Se parecía mucho a usted —Eso sin duda lo dijo asustada, tanto que la voz le temblaba y las manos también.

—¿O era yo? —Kotoha lo miró asustada, dándose cuenta de que Doma lo había descubierto—. ¿Por qué me tienes miedo?, yo a ti no te he hecho nada malo, cuido de ti y de tu bebé como una persona normal lo haría, ¿Por qué me tendrías miedo?

Tortura imperceptibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora