Capítulo 5

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En el poco tiempo que durmió, tuvo un sueño extraño.

Kotoha se encontraba caminando por los pasillos del templo una vez más, no se escuchaba nada relevante, como gritos o sangre salpicando, todo estaba normal.

Escuchó movimiento en la sala de encuentros religiosos, así que fue a ver de qué se trataba y vio a Doma, éste estaba aparentemente tranquilo, sujetando su daga mientras le daba vueltas para apreciarla mejor, pero había algo distinto en él, no lucía como el Doma de siempre, se veía diferente.

¿Por qué demonios no puedo sentir nada? Fue la pregunta que se hizo, que llegó a oídos de Kotoha, eso se le hizo raro. La vida no tiene sentido si no puedo percibir lo más natural de un ser humano, quisiera morirme Y para su sorpresa, comenzó a dibujarse en la palma de la mano algunos trazos con el puñal.

Ella notó que el chico no parecía sentir dolor ante ello, pero luego se desesperó un poco y se apuñaló la mano con la daga, sin hacer ninguna mueca, sólo sangrando y manchando el lugar.

Escuchó que tocaron a su puerta, así que se sacó la daga y la escondió, buscando algo para cubrirse la herida que acababa de hacerse y escondiendo la sangre que había derramado.

Adelante Habló, con la misma sonrisa amigable de siempre, mientras se acomodaba el gorro que siempre solía usar.

Kotoha observó a alguien entrar, era un sujeto misterioso que emanaba frío por todo el lugar, tanto que el mismo Doma dejó de sonreír.

Buenas noches, Doma El sujeto parecía conocerlo, pero en la cara de Doma sólo se reflejaba la duda, no sabía de quién se trataba.

Ehh, buenas noches, ¿Desea algo, señor? Intentó mantener una sonrisa pero no sabía si era buena idea hacer eso.

He venido a hacerte una propuesta, te he estado observando y pareces la persona indicada para volverte alguien fuerte, te llaman el niño prodigio, ¿Verdad? Y Doma asintió, pero no sabía a qué se refería aquel hombre—. Tú podrías ser un prodigio de verdad.

Y... ¿Por qué lo dice?, ya de por sí soy un prodigio, nací como un regalo de los dioses, puedo escuchar las voces de los mismos y guiarlos al eterno paraíso...

No intentes engañarme, tú jamás has escuchado tal cosa, sólo eres un niñito arrogante que juega a ser deidad para agradar a sus padres Kotoha se sorprendió, si lo que decía aquel hombre era verdad, entonces Doma sólo engañaba a sus seguidores haciéndoles creer que él era un portador de algún don divino.

Mis padres están muertos Pero Doma parecía bastante serio, como si recordara con odio a aquellas personas que le dieron la vida.

¿Y por culpa de quién?, ¿No crees que te habrás comportado como un desgraciado al decirle a tu madre lo que hacía tu padre para provocar su ira? Y aunque Kotoha no entendía nada, Doma lucía bastante alterado, como si estuviera loco.

Esos malditos jamás quisieron creerme, así que pensé que ponerlos en contra sería divertido como venganza por permitir que viviera tantas desgracias, pero nunca pensé que mi madre enloquecería por ello, pero ahora dígame, ¿Cómo sabe todas esas cosas?

Alguna vez visité este lugar, y al ver tus ojos me llamaste la atención, pero eras muy pequeño e ingenuo para hacerte la propuesta, así que esperé hasta ver cómo te desarrollabas y veo que vales mucho la pena El hombre hizo una pausa mientras observaba una de las manos de Doma, cubierta con una tela que se estaba empapando de sangre—. Si te vuelves un demonio, podrías curarte esa herida que tienes en un parpadeo.

Tortura imperceptibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora