Capítulo 3

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Kotoha se encontraba en los pasillos de aquel templo lujoso, podía escuchar un sonido raro al final del pasillo en el que se encontraba la sala de encuentros religiosos y movida por la curiosidad decidió ir a ver de qué se trataba, quedando aterrada al ver una gran variedad de cadáveres en el suelo, el cual se adornaba con una alfombra de sangre.

Se cubrió la boca del terror y podía percibir un fuerte olor a sangre, pero lo que más le asustó fue que una mujer apareció de la nada y la agarró por los hombros, mirándola desesperada.

¡TIENES QUE SALIR DE AQUÍ! Le gritó mientras la agitaba, aquella mujer se encontraba llena de sangre—. ¡SAL AHORA QUE SIGUES VIVA!, ¡SAL O ÉL TE MATARÁ!

¿Él? Kotoha miraba a los lados buscando respuestas sin saber a qué se refería—. ¿¡Pero quién!?

En ese momento sintió una fuerte brisa que hizo sangrar a la chica, cayendo muerta a sus pies. Aquello la aterró tanto que casi grita del susto, no entendía lo que pasaba, pero luego logró ver en el otro extremo de la sala a una figura oscura y alta que sujetaba en sus manos unos abanicos afilados.

La silueta de la sombra era la misma de la de Doma.

Kotoha despertó aterrada ante la horrible pesadilla que había tenido, eso sin duda le había generado miedo y no entendía por qué había visto algo tan perturbador. Se levantó para ver a Inosuke y éste dormía plácidamente.

—¿Serán ideas mías?, pero es una locura, no lo entiendo —Kotoha intentaba analizar si el sueño había sido producto de alguna cosa vista en el templo pero no había nada, simplemente el sueño había aparecido solo y de repente. Eso lo hacía más misterioso.

Salió para ver si Doma había llegado y se sorprendió al verlo sentado en el mueble, el sujeto observaba atento uno de sus abanicos, cosa que le recordó a aquel sueño, teniendo un poco de miedo por lo que ese abanico fuese capaz de hacer.

—S... señor Doma —Le habló, asustada de cómo reaccionaría, a lo que éste la observó y le sonrió amablemente.

—¿Qué sucede, cariño? —Pero demasiado amable, él no solía llamarle así.

—Disculpe que le interrumpa por algo tan tonto pero... es que tuve una pesadilla —Doma dejó de sonreír y cambió su expresión a una más preocupada, tratando de parecer una vez más una persona creíble.

—Ya veo —Le abrió espacio en el mueble y le indicó que se sentara a su lado—. Ven, siéntate, cuéntame tu pesadilla.

Ella se sentó y le contó los detalles, a excepción de lo último que vio, donde salía su silueta asesinando a esas personas. Estaba tan asustada que sin querer se apoyó de su hombro como si buscara cobijo.

—Entiendo, debió ser un horrible sueño, yo también he tenido pesadillas, ¿Sabes?, y me asustan mucho —Intentó ser empático pero en realidad jamás había sentido miedo de sus pesadillas, pero sí eran recurrentes, como si su cerebro le recriminara por todos los crímenes que había cometido—. Pero tranquila, es sólo un sueño, nada de eso es real, y tú estás a salvo, yo los protejo, a ti y a Inosuke, después de todo, soy un enviado de los dioses.

La abrazó para reconfortarla pero Kotoha sentía que algo andaba mal, el tipo era bastante extraño y sin duda ocultaba varios secretos, pero a la vez, la forma en que le hablaba le hacía sentir bien, su voz era suave en momentos como ese, pero no era cálido. Su abrazo, pese a ser suave, no se sentía nada cálido, era frío, él era frío.

—¿Qué significa segunda creciente? —Esa era una duda que cargaba desde que lo vio con letras en los ojos, cosa que a Doma le sorprendió.

—¿De dónde sacas esas cosas, Kotoha? —Pero él quería saber de dónde había escuchado eso.

Tortura imperceptibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora