Capítulo 13

502 43 25
                                    

—Pero al final rompiste tu promesa para con Inosuke —Le comentó Akaza. Ambos estaban en medio de una conversación.

—Yo no he roto ninguna promesa, Akaza —Y aunque Doma ya no estaba llorando, estaba bastante serio.

—Porque abandonar a un bebé en el bosque es protegerlo, ¿Verdad? —Akaza habló con sarcasmo, intentando burlarse de Doma, pero a éste ni le inmutó su mal chiste.

—Sí, es protegerlo de mí, de que me lo vaya a comer o lo vaya a matar, ¿Sí lo entiendes? —Pero eso no entraba en la cabeza de Akaza ni a la fuerza. Doma tenía pensamientos muy extraños.

—¿Y al final me vas a dejar el rancho? —Pero Doma lo miró con seriedad, sintiéndose en cierto modo ofendido por la palabra que utilizó Akaza para referirse a su templo.

—No, no te voy a dejar una mierda, y menos si le dices rancho —Akaza suspiró mientras ponía los ojos en blanco y dejaba de mirarlo—. He decidido que voy a vivir un poco más.

—Qué lástima —Aunque era notorio que Akaza quería que Doma se muriera—. ¿Y qué me dices de tus aparentes sentimientos?, ¿Siguen contigo o ya desaparecieron?

—Todavía queda algo, pero es mínimo, aunque ya no estoy sufriendo, estoy tranquilo —Doma hablaba tranquilamente mientras pensaba en ello, había actuado de forma bastante seria durante todo ese tiempo mientras se preocupaba por recuperar sus sentimientos, y con Kotoha había tenido un trato más suave y amigable, pero a veces hasta temible, había tenido cambios de comportamiento bastante inestables y eso le perturbaba un poco—. ¡Pero qué más da!, ¡Ya todas esas situaciones acabaron!, ¡Puedo seguir siendo el maldito bufón de siempre! —Y aunque no sonó a algo que dijera alguien alegre, su amplia sonrisa y su actitud hilarante regresaron.

—No, por favor, no —Pero Akaza detestaba esa personalidad carismática, tanto que le desagradaba tener que volver a soportar a un Doma divertido.

Pero éste sólo se rio de su compañero, le causaba gracia verlo así.

Y aunque Akaza pensaba que Doma rompería su promesa, olvidándose de Inosuke, éste en realidad no tenía pensado eso.

Solía echarle un ojo al bebé de vez en cuando, allí se dio cuenta de que el niño había terminado en el bosque y no en la pequeña casita donde lo dejó.

Tenía muchas preguntas para eso y ganas de matar a las personas que vivían en la cabaña, pero decidió ahorrarse eso.

Veía a lo lejos cómo jugaba con los animalitos del bosque, Inosuke era muy inocente y cualquier cosa que se encontraba era un juguete o motivo de risas para él.

Unos jabalíes se encargaban de cuidarlo como si fuera su bebé.

Doma no quería que Inosuke lo viera, sabía que eso sólo generaría más problemas y no quería que el bebé se volviera a apegar a él, necesitaba que el niño lo odiara, no que le amara, y los bebés se encariñan fácil de las personas.

Pero una noche, fue inevitable que eso pasara.

Había estado lloviendo torrencialmente y los truenos se escuchaban, Doma había pasado ese tiempo despreocupado y tranquilo hasta que se acordó del bebé.

Salió del templo sin importarle mojarse para ver cómo estaba.

El niño lloraba mientras varios animalitos mojados intentaban averiguar la razón, sus mejillas estaban rojas y estaba pálido del frío.

Él no sabía mucho de bebés pero dejar que se mojaran en la lluvia no lo consideraba muy adecuado.

Lo tomó para ver qué tenía y los animales se asustaron al verlo, Inosuke sintió que alguien lo agarró y decidió ver quién era, sin parar de llorar.

Tortura imperceptibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora