O24

609 70 2
                                    

Doyeon releyó por tercera vez la carta. Se había cansado de estar estudiando y aprovechó para seguir con su pequeña investigación para descubrir la identidad de ese anónimo.

Se lo había dejado fácil, pero a la vez no.

Es decir, conocía a varios chicos rubios de tercer año que les gustaba la música y había hablado con ellos alguna que otra vez y. . . De acuerdo, ahora mismo estaba viendo los problemas que conlleva ser tan sociable.

Bufó, guardando la carta otra vez, sintiendo una rabia interna. ¡Tan solo con una pista más daría con la persona correcta!

Sin embargo, eso no era el único problema que tenía ahora. Doyeon y Annie habían notado a Yui algo extraña últimamente. Se la notaba más pálida de lo normal, además de que no era la primera vez que se desmayaba en clase.

Annie pensaba que la anemia le había empeorado y necesitaba guardar reposo en casa. Pero Doyeon pensaba que había otra razón más oscura y siniestra.

--- Doyeon ---la voz de la albina interrumpió los pensamientos de la más baja---. Tengo que irme. Ya sabes, hoy me toca hacer turno de noche en el trabajo. ¿Vas a casa? ---vio su negación, por lo que suspiró---. Entiendo tu preocupación por ella, yo también lo estoy. Pero simplemente tenemos que convencerla para que se vaya a descansar.

Que, curiosamente, Yui parecía negarse a pasar más tiempo del necesario en el hogar donde vivía. Ellas sabían que vivía con la familia Sakamaki. ¿Pero qué tan malo podría ser? Osea, sí, eran algo extraños, pero simplemente tenían que aprender a convivir.

--- De todas formas, tengo que terminar la tarea. No creo quedarme más de una hora, no te preocupes ---le sonrió para calmarla.

--- Bien ---Annie suspiró, cerrando su mochila y colocándosela sobre la espalda--- ¡Nos vemos mañana, Do!

Cuando la dejó sola, Doyeon se concentró en su tarea. O al menos eso intentaba, porque aún tenía un mal presentimiento recorriendo su espalda. No lo entendía, ¿qué podía pasar en la biblioteca de la escuela?

Sin embargo, algo llamó su atención. Por el rabillo del ojo, vio la figura de la Komori caminado por el pasillo. Alzó una ceja, ¿qué hacía a estas horas por la Academia? Los Sakamaki eran estrictos en cuanto al horario, ella tenía que irse a la misma vez que ellos.

La curiosidad le ganó. Guardó todo en la mochila y salió de la biblioteca, con sigilo. A esas horas no había casi nadie, solo unos pocos estudiantes se quedaban estudiando.

La vio al final del pasillo torcer hacia la derecha. Determinada, la siguió, caminando de puntillas. Pero cuando giró justo donde ella lo hizo, se encontró con un pasillo desolado y un montón de aulas vacías.

No, al paso que iba, era imposible que ya hubiera cruzado el pasillo. Tenía que estar metida en una de las aulas. ¿Pero cuál?

Un golpe llamó su atención. Se acercó poco a poco a la fuente del ruido. Doyeon notaba que el corazón le iba a mil. ¿Alguien le estaba haciendo daño a Yui? ¿Y si le hacía daño a ella también si la descubría?

Otro golpe, proveniente de la sala de música. Se acercó con cautela, pegada a la pared. La puerta estaba entreabierta.

--- Po-Por favor, para ---distinguió la voz de Yui. Sonaba débil, asustada, rota--- ¡Duele! ---y luego, un golpe seco contra el suelo.

Doyeon actuó por instinto a partir de ese momento; un instinto que le pedía proteger a una de sus mejores amigas de cualquier manera, sin pensarlo.

Abrió la puerta de golpe, entrando de manera algo violenta y agitada--- ¡Yui! ---al ver la escena, se quedó sin aliento.

Sentada en el suelo, con la espalda apoyada en la pared, estaba Yui. Sus ojos magenta estaban llenos de lágrimas. Su cuello, lleno de sangre, manchando parte de su uniforme. Y a su lado, de pie, estaba Shu.

Doyeon palicedió ante la escena. La boca del rubio también tenía sangre. Y no solo eso, sino que destacaban dos colmillos.

Se quedó congelada, no sabía que hacer. Se esperaba de todo menos una situación así, que parecía irrealista. Pero Doyeon no era la única, pues Yui estaba preocupada por la azabache, esta situación podría sobrepasarla.

Y Shu sentía que todo lo que había conseguido con esa joven se iba a echar a perder. Podía notar el miedo en esos bonitos ojos achocolatados que tenía. Los vampiros adoraban ver el miedo que causaban en las personas, pero en este caso no. Shu nunca quiso que ella supiera la verdad.

--- Doyeon. . . ---extendió su brazo levemente hacia ella, pero lo único que recibió fue un pequeño golpe.

--- No. . . No me toques ---no podía seguir viendo esa escena. Sus piernas, temblorosas desde que entró ahí, actuaron rápido y echó a correr hacia fuera antes de que pudiera tomarla de la muñeca.

Shu sintió que el mundo se le venía abajo con esas simples palabras. Muchas veces se preguntó cómo ella reaccionaría si le dijera la verdad. ¿Qué pensaría al descubrir que era un vampiro? ¿Un ser cruel que se alimentaba de la sangre de humanos inocentes? Sí, justo eso. Lo miraría con terror. Lo miraría como si en cualquier momento ella pudiera ser su próxima víctima. Lo miraría como si fuese un monstruo.

Yui en ningún momento dijo nada, estaba demasiado débil. Pero notó como el mayor cargaba su cuerpo para llevársela de allí. Eso la sorprendió, en cualquier otra circunstancia, seguramente la habría dejado allí tirada.

La llevó a la limusina, colocándola en uno de los asientos. A pesar de su estado tan débil, pudo establecer un contacto directo con el rubio por unos segundos. El suficiente tiempo para ver la tristeza reflejada a través de esos ojos azules.

--- Shu, ella. . .

--- Solo cállate, ¿sí? ---gruñó, colocándose los auriculares e ignorando a la Komori con la música.

Le estaba dando la espalda. Y aún así, Yui sabía que estaba llorando. Ella estaba tan acostumbrada a llorar en silencio desde que llegó a la mansión Sakamaki.

Y era cierto, ella no lo veía, pero una pequeña lágrima escapó de sus ojos azules y caía por su mejilla, limpiándola con rapidez y volviendo a mostrar ese rostro inexpresivo que tenía siempre antes de conocerla. Aún así, la tristeza se seguía reflejando en el brillo de sus ojos.

𝐀𝐍𝐎𝐍𝐘𝐌𝐎𝐔𝐒 ━ 𝐒𝐡𝐮 𝐒𝐚𝐤𝐚𝐦𝐚𝐤𝐢 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora