02. Girasoles.

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Toqué El Cielo.

Cifras y más cifras.

Siempre se llamó a si mismo, mejor amigo de las matemáticas.

Pero tampoco esperaba que Renata tuviera tanto que hacer.

Se mantiene tan concentrado en su trabajo que no se percata que alguien ha entrado en la tienda.

- Joaquín.

Aquella voz le sobresaltó, rápidamente dejó de mirar el monitor de la computadora y miró sorprendido al hombre frente al mostrador.

Con esa sonrisa tan confiada, una mirada que te seduce al instante, la postura del hombre al apoyarse sobre el mostrador con su antebrazo derecho sin importarle lo más mínimo que su traje se arrugue.

- Señor Geller, ¿En qué puedo ayudarle? - Tartamudeó, las mejillas sonrojadas parecían explotar.

- Sabes que puedes llamarme Emilio, he venido por un arreglo floral y no sé que tipo de flores escoger, ¿Me ayudarías con ello?.

- Oh claro, dígame, ¿Ha pensado en alguna flor ya?.

- Bueno... Mejor dime, ¿Cuál es tu flor preferida?.

Joaquín dudó un poco en responder, no entiende que sucede, todo en ese hombre es tan distinto a lo que está acostumbrado, hay algo en él que le hace vibrar, le vuela la cabeza de solo pensarlo, mirarle directo a los ojos es algo tan inevitable, ese aroma tan propio, un porte que le hace ver imponente y una sonrisa que te derrite.

- Los girasoles - Dijo después de un momento, arrastrando las palabras como si estuviera ebrio.

- Perfecto, entonces quiero un arreglo de girasoles, es para una persona especial, puedes añadir lo que consideres necesario, tú eres el experto - Se sorprende de si mismo, todo el autocontrol que tiene para no hacer que su voz tiemble mientras que por dentro se consume en nerviosismo - Sorpréndeme, Joaquín...

Mantén la boca cerrada... Mantén la boca cerrada... Mantén la boca...

- Por... Supuesto... ¿Desea que... Desea que lo envíe a un lugar especifico? - Su voz titubeante le deja en evidencia, maldice todo lo que sea posible mientras intenta controlarse.

- Llévalo a mi oficina, ¿De acuerdo?.

- Claro... ¿Una tarjeta con algún mensaje?.

- No, sé que será perfecto tal y como lo entregues - Guiñó un ojo, ¿Pero que le sucede?, ¿Desde cuándo se ha vuelto tan descuidado al momento de coquetear?.

- Bien, lo llevaré en una hora.

- Ahí nos veremos, Joaquín.

Sólo le bastó inclinarse un poco para depositar un beso sobre la mejilla ardiente, disfrutando de ese aroma a castaña y el sonrojo que subía de nivel si era posible.

Mirando a Emilio salir de la tienda, lentamente tocó con la punta de sus dedos su mejilla, sintiéndose tan cálido, como un sueño.

Oh oh, alguien se está enamo...

¤°¤°¤°¤°

Llegó a la hora acordada.

Los nervios no han abandonado su cuerpo, mueve levemente su pie de un lado a otro, su consciente le mantiene alerta, como sí algo malo le fuese a suceder.

Latidos | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora