Epílogo.

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Nuestro Juramento.

Correggio, Italia.

- ¿Qué ocurre? - Preguntó, deteniendo sus movimientos al quitarse sus pantalones.

- ¿Acaso no puedo ver a mi esposo desvestirse? - Replicó de manera juguetona, acomodando mejor su cabeza sobre la almohada - Lo merezco después de que me prohibiste verte durante 1 año.

Miró a Jojo sonreír con timidez, después de su noche de bodas no ha dejado de disculparse por aquello, se ha encargado de hacerle saber que todo era parte del proceso, que la culpa no era de nadie, las heridas externas se sanan por sí solas pero las heridas internas pueden tardar años en cerrar.

- Joaquín Geller - Extendió su mano hacia él, siendo recibido con total calidez - Mi esposo, mi vida.

Con un movimiento ágil consiguió tener el cuerpo de Joaquín sobre el suyo, la desnudez de su piel tocandose, las fibras sensibles de sus cuerpos reconociéndose, el calor subiendo, sus intimidades frotándose para conseguir más placer.

Se besan con avidez, sus manos exploran el terreno ya conocido, los dedos se escabullen entre sus cuerpos hasta llegar a aquellos puntos sensibles, Emilio tienta el agujero de Joaquín mientras que éste le da atención a sus miembros, deslizando la palma al ritmo de los toques del rizado, sus jadeos quedan atrapados entre sus labios, muerden en señal de querer más.

Rompen el beso y se miran mientras sus manos siguen trabajando, sus respiraciones agitadas se mezclan, sus pupilas dilatadas, el latir de sus corazones resuena en el silencio de la habitación, un fuerte gemido brota de la garganta de Joaquín cuando su próstata fue tocada por sus dedos.

- No sabes el deseo que tengo de hacerte mío, Jojo...

Sacó sus dedos y giró su cuerpo para quedar sobre su esposo, besa sus mejillas, sus labios recorren toda esa piel con un ligero rastro de barba, pasa por la mandíbula hasta llegar al cuello, aspira el aroma de esa zona, castaña dulce y fresca en conjunto con el aroma propio de Joaquín, disfruta de estar ahí, besa detrás de la oreja, juega un poco con el lóbulo antes de morderlo y seguir bajando, sus movimientos hacia abajo hacen que Joaquín deje libre su erección, gruñe ante eso pero sabe que será bien recibido por su Jojo.

Al igual que en su noche de bodas, le dió suma atención al pecho. Juega, lame y muerde esos botoncitos rosados, sus manos recorren los costados, disfruta de la piel tersa bajo las yemas de sus dedos, sigue con su camino hacia el paraíso, se detiene por un momento en las cicatrices, deposita un beso casto sobre ellas, siente a Joaquín temblar y entiende que lo está haciendo bien.

Entonces llega al paraíso.

Recorre con sus labios, se acomoda bien entre las piernas, aprieta la piel de los muslos y se da un festín con esa hombría que se endurece cada vez más en su boca, engulle todo lo que puede, saborea y percibe con su lengua cada detalle.

Siente una mano estrujar su cabello, empujando su cabeza más abajo hasta que el glande toca su garganta.

En el instante en que abre los ojos y le mira, todo ese néctar llena su boca, lo siente deslizarse por su garganta, un sabor tan dulce en sus papilas gustativas y se deleita con ello.

Libera el miembro de Joaquín y vuelve a escalar por su cuerpo hasta llegar a sus labios y besarle con hambre, le deja probarse a sí mismo en su boca, agarra las piernas por detrás de las rodillas y se da vuelta sobre su espalda para que su Jojo pueda montarlo.

Se separan del beso, Joaquín se levanta para quedar sentado sobre el vientre bajo, se da el privilegio de gozar de aquel cuerpo, recorriendo con sus dedos el abdomen, ricitos es toda una exquisitez.

Imita los actos de su hombre. Besa su rostro, el rastrojo en sus mejillas le eleva al cielo al rozar con la sensibilidad de su propia piel, besa su cuello y su lengua disfruta del sabor a sal, desciende por toda esa piel canela, la textura de la piel bajo sus palmas es indescriptible.

Es hasta que siente el glande chocar contra su entrada que se detiene, con su mano izquierda se apoya y con la otra alinea la polla para comenzar a bajar lentamente, cuando todo su interior es llenado ambos sueltan un jadeo al unísono. Las manos de Emilio aprietan sus nalgas, abriéndolas más.

No rompen el contacto visual, empieza a moverse, pequeños saltos que le arrancan sonidos roncos de placer al rizado, se apoya sobre sus manos en los hombros para darse más estabilidad, sus movimientos se vuelven rápidos cuando consigue golpear su próstata, gime sin reservas, sus rizos se adhieren a su frente por el sudor, la boca se le seca y no hace más que intensificar su placer.

Espasmos azotan su cuerpo, el orgasmo le avisa de su llegada con un leve calambre en el vientre bajo, una mano envuelve su erección dándole más estímulo, echa la cabeza hacia atrás, las piernas se le debilitan y pronto su interior se llena de un líquido caliente a la par de su corrida, gritan sus nombres y ceden a la fuerza de su orgasmo.

El cuerpo de su Jojo cae sobre el suyo, lo rodea con sus brazos y reparte caricias delicadas, las puntas de sus dedos sienten la rectitud de sus columnas, sus dedos suben hasta la nuca donde provoca cosquillas leves.

- Hemos Jurado Amarnos Hasta La Muerte. Y, Si Los Muertos Aman, Después De Muertos Amarnos Más - Susurra, sus dedos enredándose en las hebras de su cabello, dejando un beso en la sien - Si Yo Muero Primero, Es Tu Promesa Sobre De Mi Cadáver Dejar Caer Todo El Llanto Que Brote De Tu Tristeza Y Que Todos Se Enteren De Tu Querer. Si Tú Mueres Primero Yo Te Prometo, Escribiré La Historia De Nuestro Amor Con Toda El Alma Llena De Sentimiento, La Escribiré Con Sangre, Con Tinta Sangre Del Corazón...

Jojo levantó su rostro, sus manos volaron hasta las mejillas, la distancia entre ellos desapareció con un beso, Joaquín subió un poco su cuerpo para poder besarle, lo que provocó que su polla saliera de su interior, solo quedando el glande adentro, haciéndole silbar entre el beso.

- No te muevas así, Jojo... - Una de sus manos fue hasta las nalgas de Joaquín para apretar la carne de una.

- ¿Es nuestro juramento? - Preguntó sin prestar mucha atención a la advertencia de Emilio, volvió a bajar sobre la polla de su hombre que volvía a endurecerse.

- Claro que sí, mi Jojo.

Sujetó de las caderas a Joaquín para bajarlo de golpe hasta que toda su polla esté dentro, volviendo a subirlo para bajarlo con rapidez, el sonido de sus pieles al chocar le calienta más que no puede detenerse.

Que luna de miel tan maravillosa.

Escribiré La Historia De Nuestro Amor...

FIN.

Latidos | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora