32. Horror

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-Demonios.

Seulgi se quedó boquiabierta ante la señalización frente a ella. Acaba de regresar de una llamada telefónica rápida con su padre, sin tener idea de qué atracciones había elegido Irene para ellas.

Irene se acercó para entrelazar sus brazos mientras bebía de su caja de jugo. 

-¿Qué pasa?

-Uh. Nada.

Irene intuyó que algo andaba mal. Miró la señalización para averiguar lo que vio Seulgi. 

-"Casa del Horror: donde tus peores pesadillas se hacen realidad".

Irene casi escupió su bebida con lo que descubrió. Le siguió una suave risa burlona.

-Oh. Supongo que tenemos una niña asustadiza aquí, ¿eh?

-No tengo miedo,- se mofó Seulgi.

-¿Pero...?- Irene mordió su popote, aún con esa sonrisa burlona en su rostro. 

Los ojos de Seulgi examinaron el dobladillo de su chaqueta y comenzó a jugar con él. -Pero... es solo que le tengo miedo a la oscuridad.

Irene se echó a reír. -Wow. Entonces, ¿la rompecorazones de nuestra oficina es nictofóbica?

-Oye. No te rías de mí.- Seulgi hizo un puchero. -Tengo un grave miedo a la oscuridad.

-¿Estoy recordando a alguien diciéndome, no hace mucho, que camina por el lado salvaje y se ríe ante el peligro?

-Estaba pensando en los juegos en ese momento, no en esto,- gruñó Seulgi. -Nunca imaginé que fueras fanática del terror.

-No realmente. Yo también soy algo asustadiza. Pero quiero probar esto contigo.- Irene pasó su brazo por el de Seulgi y la arrastró hacia la casa.

-¿En serio vamos a entrar?- Seulgi todavía no se movía de su lugar mientras Irene tiraba de ella. 

-No te preocupes. Yo te protegeré.- Irene intentó tirar con mucho esfuerzo esta vez, pero Seulgi se quedó pegada al suelo.

-Por favor, tomemos los recorridos en su lugar.

-Tomaremos los paseos más tarde, hagamos esto primero.- Irene jaló a Seulgi de nuevo, pero esta última ni siquiera se movió. -Vamos. No seas una cobarde ahora.

-Oye. No soy cobarde. Ven aquí...- Seulgi acercó a Irene a ella.

Fue tan repentino que el cerebro de Irene no pudo procesar cómo equilibrarse. Aterrizó de cara en el cuello de Seulgi, respirando una combinación embriagadora del perfume y del propio aroma de esta última. Fue solo por una fracción de segundo, pero fue tiempo suficiente para cautivarla por completo. 

-Irene, deja de olerme.

Irene apartó a Seulgi de un empujón. - ¡¿Disculpa?! ¡No estoy oliéndote!

-¡Ja! Tal vez no lo estés, pero tu rostro sonrojado me dice lo  contrario.

Irene dio un pisotón. -Uf. Te odio. Te odio.

-No se enoje, jefa. Ven aquí.- Seulgi pasó un brazo por los hombros de Irene. -Vamos a algún juego ahora, ¿de acuerdo?

-Nop. Nada de juegos aún.

-¿Qué? ¿Todavía no renuncias a la casa del terror?

-Definitivamente no.

Seulgi se pellizcó el puente de la nariz. -Uf. ¿Podemos simplemente olvidarlo?

Irene negó con la cabeza. -Vamos a entrar ahora...- Apretó con más fuerza la mano de Seulgi e intentó tirar de esta última hacia la entrada. Cuando sintió que Seulgi no se movía, se detuvo. 

HERSHE (Seulrene - Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora