Prólogo.

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Era una mañana común como cualquiera, el sol era refrescante al igual que la agradable brisa, pero las expresiones en las caras de algunos estudiantes no iba para nada con el ambiente; cada joven tenía ojeras y una expresión de cansancio o aburrimiento en sus rostros, algunas caras nuevas se habían aparecido también, y todo esto porque es un nuevo año en está secundaria, y como todos los años, ese muchacho de cabello negro bien peinado, anteojos cuyos los acomodaba de vez en cuando, se encontraba leyendo el periódico tranquilamente sentado en una banca.

Su nombre es Baji Keisuke, un estudiante bastante aplicado e inteligente que a sido una estrella estudiantil cada año, es un ejemplo a seguir, bueno, en realidad no tanto, es solo el típico chico listo de la clase y nada más, el que saca buenas calificaciones y siempre es aplicado en la clase. Como de costumbre, Baji es uno de los estudiantes que llega temprano, una de las cosas que hace es comprar un periódico y sentarse en un banquillo para leerlo hasta que sea hora de entrar a clases. Un pasatiempo normal pero peculiar para algunos.

—Oye, será mejor que hagas espacio.

Una voz conocida interrumpió la plácida lectura de Baji, al ver de quien se trataba era su amigo, Draken.

—¡Eres tú, Ryuu!—se sobresalto de la emoción.—¡Buenos días, ¿cómo pasaste las vacaciones?!, es extraño que estés aquí temprano.

Draken se sentó a su lado.

—A ver, primero que nada me duele la cabeza, segundo, mis vacaciones fueron una mierda y tercero no me llames Ryuu, ese es un apodo que me puso “ya sabes quien” cuando éramos niños.

—Oh, verdad, odias que te llamen así. Prefieres que te llamen Draken.

—Si, porque suena mucho mejor, más amenazador, poderoso y-

—Eso se oye como un enemigo de sirenoman y chico persebe.—interrumpío.

—Cállate.—inquirió.—Mi apodo es genial, Draken suena más épico que Ryuu.

—Hm... Pensé que te gustaba que te dijeran Ryuu.

—¡Para nada!—aclaró.—Me gusta más Draken, vamos, no puedes negar que se escucha mucho mejor, como un final boss de Elden ring.

—Bueno, no voy a negar que se escucha genial.

—¡Tú si me entiendes!, no como ese gordo de porquería.

—Creí que Mikey no estaría aquí esté año.—mencionó.

—Si, lo estará. Ese gordo ni sabe donde está parado para saber esas cosas.

—Estoy parado justo al lado tuyo.

De la nada, como si fuese invocado por las propias palabras de Draken, Manjiro Sano hizo acto de presencia.

—¿Cómo diablos hiciste eso?—cuestionó Draken.—Eres muy gordo como para que no te haya visto.

—Soy un ninja.

—Si, kung fu panda.—bromeó.

—Ah, no me importa que te metas con mi gordura.—se sentó a su lado.—A tí te hace falta un poco de estás calorías.

Mikey y Draken, ambos son amigos desde pequeños, desde el jardín de niños han estado juntos en todo, hasta en los problemas que se metían, y con eso me refiero a las bromas pesadas que solían hacer de niños. Draken es un chico alto y rubio, pero es bastante delgado, lo cual a Mikey le causa algo de gracia porque parece puro hueso, mientras tanto Manjiro Sano es un pequeño gordo que se la pasa tomándose las cosas lo más ligeramente posible.

—Estás muy flaco, parece que ni desayunaste.—continuó Manjiro.—Me preguntó a dónde irá toda esa comida porque a tu estómago no debe ser.

—Si me desayune, gordo cabezón.—espetó.—Y toda la comida que entra por mi boca llega a mi estómago. Lo que pasa es que no todos tenemos un yunque en la barriga como tú.

Tokyo Sin Revengers. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora