Capitulo diecisiete

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Algo estaba mal, el cocinero no sería capaz de engañarla, ¿O sí? Giró a verlo esperando una explicación, pero el cocinero no parecía estar en sus cinco sentidos.

— ¿Qué le diste? —Gruño molesta, la chica soltó una risita mientras caminaba contorneado sus caderas hacia el sillón donde Sanji estaba—. Responde, ¿Y quién diablos eres tú?

— No necesitas saber quién soy, Sanji-san está de esa manera porque ambos nos estábamos divirtiendo, ¿No te lo dije cuando llamaste? Solo mira como esta —Sonrió pasando su mano por el abdomen del rubio, las manos de Zoro se hicieron puños apretándolos con fuerza hasta clavarse sus uñas.

— ¡No lo toques! —Golpeó el estómago de la castaña, haciéndola escupir saliva, se arrodilló en el suelo tocando su estómago—. No vuelvas a tocar al cocinero sin permiso, el jamás se defendería de las chicas como tú, pero yo puedo hacerlo —Tomo del cabello a la chica—. Puedo defender al cocinero de quien sea, hombre o mujer.

— ¿Qué diablos te ocurre? Eres una salvaje —Quito de manera brusca la mano de Zoro de su cabello, poniéndose de pie para lanzarle una patada—. Sanji-san me pertenece, lo conocí antes que tú, le di una droga en su vino que puede alterar su estado, se suponía que Sanji-san no tenía que resistirse, él nunca se resistía a mis encantos.

— No me interesa el pasado del cocinero, ni quién eres —Detuvo la patada de la castaña haciendo que perdiera el equilibrio—. Sería una vergüenza dejarte en la calle, así como estás vestida.

— Espera, espera deja me pongo algo encima —Zoro sonrió con malicia, tomo nuevamente los cabellos de la castaña para jalarla hacia la puerta principal—. Maldita mocosa.

— Espero no volver a verte por aquí, de ser así podría ser peor, me contuve porque el cocinero me regañaría y no quiero estarlo escuchando lloriquear —Cerro la puerta delante del rostro de ella, busco con la mirada la ropa de la chica y se la lanzó para volver a cerrar la puerta con fuerza.

Corrió hacia el rubio, observando su rostro sonrojado y lo ayudo a desatarse, Sanji mantenía sus ojos cerrados respirando con dificultad.

— Sanji —Sujeto las mejillas del rubio—. ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?

— Zoro —Susurró acercándose a la chica para darle un beso apasionado, Zoro se quedó quieta intentando procesar el nuevo sentimiento que el beso le provocaba, pero sus nervios se dispararon, alejando al rubio—. Lo siento marimo, no sé qué ocurrió.

— Está bien cocinero, por suerte llegué a tiempo —Recargo su cabeza en el pecho del rubio—. Pensé que serías capaz de engañarme, dudé de ti.

— Nunca haría eso marimo —Acaricio los cabellos verdes de la chica—. Si fuera una linda señorita como tú, también dudaría de mí.

— Eres un idiota —Bufó divertida—. Llamaré a Shanks para que venga por nosotros y nos ayude con lo que sea que te ocurre, ¿O llamo al viejo pata de palo?

— No quiero preocupar al viejo, y Shanks me mataría si me viera así, pensaría que hice algo que no debía —Se dejó caer en el sillón—. Pero está bien, podría ir con tus padres.

— Estoy segura que Mihawk sabrá que hacer, nos llevaría a un hospital o algo, estás muy rojo —Se puso de pie, buscando su teléfono en sus bolsillos para marcar el número de su padre—. Si, el cocinero parece estar bien, rápido papá —La llamada finalizo—. Cocinero —Bajo la mirada avergonzada, Sanji giró a verla con dudas—. Rompí tu ventana.

Sanji soltó una carcajada, la peliverde siempre hacia algo que lo sorprendía. En menos de lo que esperaba Shanks estaba tocando la puerta de la casa del rubio.

Little green【Sanzo】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora