Capitulo diecinueve

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Zoro se sentía estresada, Pudding se había ido de viaje y no podía recurrir a su ayuda, Perona no era una opción, mucho menos Robin.

— ¿Me dirás? —Zoro giró a verla con molestia, Nami estaba sentada en su cama mientras la mirada atentamente con una sonrisa—. ¿Por qué no nos han dicho que están saliendo?

— No tenemos tiempo —Respondió ella, tomando su teléfono para mandarle un mensaje a Pudding—. Además, es asunto de nosotros dos, ¿Por qué deberíamos decirles?

— Porque somos tus amigos, Zoro.

— ¿Y? —Nami puso sus ojos en blanco—. Tampoco lo estamos ocultando, mira —Mostró su teléfono a Nami—. El cocinero tiene una foto de nosotros en su perfil, ¿No es una prueba suficiente? Si no me ayudarás entonces largo, puedo elegir mi ropa para mí misma —Nami puso cara de horror y negó con la cabeza varias veces.

— Por favor no, te ayudaré por una buena cantidad de...—Zoro abrió la puerta de su habitación y señaló hacia afuera, la pelinaranja soltó un suspiro derrotada—. Bien, seguramente a Pudding no le harías esto —Cruzo sus brazos e hizo un puchero.

— Pudding no me pediría cinco mil berries por ayudarme a escoger algo para una cita —Gruño mientras abría su armario, Nami se levantó molesta de la cama para revisar toda la ropa que tenía la peliverde.

— Me has cambiado por ella —Zoro alzó sus hombros con indiferencia, caminando hasta su cama y se dejó caer en ella—. No tienes más que ropa deportiva, ¿Perona no te ayuda a escoger algún vestido lindo?

— No me gustan esas cosas, es difícil moverse con algo tan ajustado.

— Entonces espera aquí, iré a casa por algunos y vemos cual te queda mejor —Zoro solamente asintió, mientras veía como Nami salía de su habitación y gritaba algo a Shanks.

La peliverde se puso de pie para caminar a la pecera, mirando las tres bolas de musgo que Sanji le había regalado, y una sonrisa tonta apareció en su rostro. Estaba nerviosa, tendría otra cita con el rubio y está vez él había escogido el lugar a donde irían, solamente recordaba al rubio decirle que se pusiera algo casual pero elegante, volvió a su cama y de dejó caer mirando al techo, no quería arruinar la cita.

No supo en qué momento se había quedado dormida hasta que sintió algo pesado golpear su estómago.

— ¿Qué diablos? —Nami llegó con una pequeña maleta llena de ropa, Zoro soltó un quejido mientras enterraba su cara en la almohada—. Esto es demasiado, Pudding no me haría pasar este infierno.

— Pudding no está aquí —Comenzó a sacar todo de la maleta, acomodando todo sobre la cama mientras Zoro se quejaba.

Un par de horas después, Sanji estaba frente a la casa que conocía muy bien, se había preparado mentalmente para alguna queja de Shanks, que difícil era tratar con su pelirrojo suegro cuando Mihawk estaba trabajando.

— ¿Nami-swan? —Parpadeo un par de veces al ver a la pelinaranja abriendo la puerta, ella le sonrió, pero no lo dejo pasar.

— Esto me las pagarás caro Sanji-kun, por mantener oculta su relación.

— Te dije que no ocultamos nada —Dijo Zoro detrás de ella, Sanji intento ver hacia dentro de la casa para verla, pero Nami se lo impidió cerrando la puerta.

— ¿Por qué llevas esa mochila? ¿Y qué le hiciste al maquillaje que te hice? —Lloriqueo, Zoro chasqueo la lengua mientras caminaba hacia la puerta.

— Toda la pintura en mi cara era incómoda, lo de los ojos está bien, pero lo demás no, se sentía como si llevará una máscara —Gruño al sentir a Nami jalonear su mochila—. Ey, suéltala.

Little green【Sanzo】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora