diez

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Pasado

Hange me hace sentir débil.

Y no de la manera que me gustaría, Hange no es el sonrojo inocente en mis mejillas o el movimiento nervioso en mis pies. Hange es, simplemente, aquello que me destruye.

Pero también aquello que no puedo dejar ir.

Me hace sentir débil porque aún sabiendo que solo soy eso que usa cuando necesita sentirse amada, aquel cuerpo que usa para obtener calor y placer . Sigo cayendo ante ella.
Me hace sentir débil el simple hecho de saber que aún con todo lo que me hace sufrir, una mínima caricia, una mínima sonrisa o palabra, me basta para borrar cualquier odio o rechazo a su persona.

"Ella va a cambiar"

"Ella lo hace porque está triste"

Solo excusas y justificaciones, que a lo único que me llevaban es a hecharme toda la culpa.

Hange no tiene la culpa que yo la ame —susurré —, soy yo la estúpida.

—¿Que? —Mikasa me preguntó con cierto enojo y la mirada furtiva que me dió atravez del espejo me hizo bajar la vista —¿Te das cuenta lo que estás diciendo?

Junté mis manos en mis muslos, tratando de pronunciar una palabra, pero no pude.

Mikasa sabe más que nadie la situación entre nosotras.

—Solo quiero que me ame —mi cuerpo cayó sobre la cama, acurrucandome en mi misma y tratando de obtener algo de calor y contención —, es todo mi culpa.

—Hange te está manipulando para hacerte creer que vos sos la mala —lo decía tan indiferente y, con tanta naturalidad que me hacía creer que solo era un tonto problema de adolescente —¿Por qué no te alejas de una vez?

—Me dijo que me quedara... no puedo dejarla.

—Por favor, al menos... —suspiró —si vas a seguir en el mismo pozo depresivo, poné buena cara.

Es la profunda confusión lo que me hace tanto daño, no sé si ella me ama o si me odia. O si quizás, aquel "te quiero" que me dice infaltablemente después de coger, signifique algo.

De verdad, amaría saber que es lo que pasa por su cabeza. Conocer cada parte de Hange, quiero entenderla..

—Si vas a seguir en una situación así...—comenzó —no actúes como la víctima, levantá la mirada y soportalo.

—Q-quiero que me ayuden...

—Nadie te va a ayudar, estás sola en la vida. Entendelo.

Realmente estaba sola.

No tenía a nadie, ni a Mikasa, ni a Jean, Connie o Ymir.  En el único momento donde me sentía acompañada era cuando obtenía los besos subidos de tono de Hange. Donde me tenía en sus brazos, en donde sentía tu perfume, en donde podía fingir que nada pasaba entre ambas y solo dejarme tocar.

¿Por qué tengo que ser tan débil?

"Me gusta tu remera" fue lo primero que me dijo.

Había inventado una excusa para irme de la casa de Mikasa.

CASSETTE | hange zoëDonde viven las historias. Descúbrelo ahora