veintitres

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pov Hange

Admito que me desperté antes solo para verla dormir y sentir su cuerpo aferrarse al mío. Amaba esa sensación, amaba tanto saber que no se iba a ir. Quería disfrutarla de esa manera, verla relajada.

La ventana está abierta y siento la brisa correr por toda la sala, mis pies descalzos y el aroma a café, combinados con la música que salía de mi celular. La melodía baja para evitar despertarla antes de tiempo.

Serví el café oscuro en dos tazas. Una era mía y otra de Levi que olvidó llevarse. El azúcar estaba en la isla de la cocina y había algo para acompañar en la alacena, aunque no estoy segura, no preparo nada además de fideos o una mierda rápida, la mayoría de las veces pido comida.

La escuché mover algunas cosas de forma apresurada, instantáneamente formé una sonrisa y la tomé a ambas del mango. Las tazas eran compartidas, fue una broma que le hice al enano, se veía ridículo viniendo de mí pero ella valía esto.

La esperaba emocionada, quería que viera este detalle. Quería verla sonreír y al menos por un momento hacerla pasar un buen rato, pero, el brillo en mis ojos se apagó cuando su rostro no transmitía el amor y cariño que esperaba.

Algo le pasaba.

—Te preparé café, sé que no sos fan pero…—traté de animar pero no hubo respuesta positiva, solo una mueca irritada.

—Tengo que irme —dijo y tomó las llaves que había dejado sobre una mesita. Su tono de voz no era calmado, mucho menos amoroso, era demandante y malhumorado —abrime la puerta.

Dejé lo que tenía en manos y me acerqué a ella.

—Hey, ¿Qué pasa? —volví a insistir con una sonrisa pero perdí la paciencia al poco tiempo—(n), ¿qué pasó ahora?

—¿Qué pasa ahora? —respondió irónica mirándome —estoy en tu departamento después de haber literalmente cortado con Yelena.

—Bueno, yo no te obligo a nada —le contesté tratando de entender la situación —creí que… —rasqué mi nuca con incomodidad —no sé, que lo querías.

—Que difícil decir eso cuando te tengo a vos insistiendo.

—¿Me estás echando la culpa? —reí —¿Me estás jodiendo?

Ella frunció sus cejas y agachó la cabeza.

—Tampoco pongas esa cara y me hables así —me alejé un poco ya que me estaba sofocando su manera de hablar —, sabías muy bien lo que estaba haciendo y vos misma me lo permitiste.

—¿Entonces soy culpable de todo?

—Obviamente, ya sos bastante grande como para echarle la culpa a los demás de tus propias acciones —le dije —, si crees que te voy a pedir perdón por traerte a mi departamento y besarte, lo siento, pero no lo voy a hacer.

—Vos tenes la culpa —si tono de voz se alzó bastante, eso fue algo que me molestó

Claramente no es capaz de admitir un error y la mejor opción es culpar a los demás.Qué fácil sería todo si en verdad las cosas y situaciones que nos suceden sean así, solo culpar a otro.

Si no era yo, era Lena, si no era Lena, era Mikasa…

—Basta —respondí de igual manera y ella pareció espantarse de cómo mi voz sonó más fuerte —. Basta, (n) —suavicé y froté mis ojos —, al menos dame quince minutos en silencio entre las dos. No quiero volver a pelear, no otra vez. 

—Solo… —dijo respirando hondo —esto no está bien.

Dió una vuelta en círculo y ví cómo se desmoronaba lentamente.

CASSETTE | hange zoëDonde viven las historias. Descúbrelo ahora