Capítulo 9: Mi primera amistad

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Ryujin nos acompañó a Rengoku-san y a mí a la vivienda de los Rengoku. Por el camino, él le preguntó sobre cómo había ido la selección final. Yo escuchaba en silencio, ya que veía que se llevaban bastante bien y no quería arruinar el momento que tenían para conversar, mas en un punto de la conversación el Tsuguko de agua terminó involucrándome en su historia:

—La verdad que (T/N) me llamó mucho la atención incluso antes de comenzar la selección final. Había un chico, que supongo que sería alguno de sus compañeros, al que le había entrado un ataque de nervios previo al examen y ella intentó consolarlo y animarlo para que lo intentara. Incluso cuando él la trató de una forma muy desagradable, fue capaz de mantener la compostura y no rebajarse a su nivel. Me sorprendió mucho, desde ese momento quise conocerla. —No estaba segura de si estaba hablando tan bien de mí porque me admiraba o porque le divertía ponerme nerviosa, pero, si era lo segundo, lo estaba logrando.

—Supongo que hablará de Rokuro-san, ¿no (T/N)? —Los cálidos ojos de rubio se posaron sobre mí.

—Sí, era Rokuro... yo realmente quería que entrara. Sinceramente no nos llevamos particularmente bien, pero sé que hubiera podido lograrlo. Me dio pena que malgastara todo el conocimiento que pudo aprender de usted...

Rengoku me revolvió el pelo con ternura, haciendo que me volviera a sonrojar:

—Eres una buena persona, (T/N). ¡No te preocupes! Mientras alguna de mis enseñanzas le sirva en general, me sentiré satisfecho. Además, siempre merece la pena intentarlo si termina saliendo al menos alguien como tú entre las filas. —Su sonrisa me llenó de motivación. Asentí con admiración y agradecí su cumplido, mientras Ryujin también sonrió, algo travieso.

Llegamos al lugar de destino y me apresuré en entrar para coger el haori. Al devolvérselo, el azabache curvó sus labios ampliamente:

—¡Pero si está impecable! No hacía falta que lo lavaras, (T/N).

Negué y respondí convencida:

—¡Claro que sí! Después de que me ayudaras no podía devolvértelo sucio, era lo mínimo que podía hacer. Soy yo la que tiene que agradecértelo.

El pilar interrumpió la conversación, que se estaba alargando con agradecimientos concatenados entre los de menor edad:

—Iwasaki-san, ¿por qué no entras un rato y habláis?

El aprendiz de Giyu se detuvo un momento, y con un tonto algo incómodo, respondió al de puntas rojas:

—Rengoku-san... sinceramente, si no le importa, claro, pretendía robarle a (T/N) un rato para invitarla a comer. Quiero aprovechar que estoy cerca e ir a un lugar que me encanta, y me gustaría, ya de paso, conversar un rato más con ella.

Rengoku-san se sorprendió ante la propuesta del pelinegro. Me miró a mí y de nuevo volvió a mirarlo a él, como si le costara decidir qué responder. En seguida, participé de nuevo en la conversación.

—Lo siento mucho Iwa-... Ryujin —Aún me costaba llamarlo por su nombre y no usar el apellido, como solía hacer con todos. —Tengo cosas pendientes que hacer, tengo que hacer la comida y-

—¡No te preocupes, (T/N)! Me parece un buen plan, así podéis conoceros más y aprender el uno del otro. Solo ten cuidado, ¿vale?

—¡Muchísimas gracias Rengoku-san! No se preocupe por nada, se la cuidaré mientras no esté. —Ryujin sonrió a Rengoku-san y este le devolvió la mueca, aunque algo forzada. Quizá mi maestro sí estaba molesto porque no hiciera de comer, pero me pareció grosero preguntarle. «Me aseguraré de hacer algo muy bueno de cenar para compensar el desayuno y el almuerzo» pensé intentando calmar mi conciencia. Por otro lado, el comentario del pelinegro me había molestado soberanamente.

Mi adorable sucesora (Kyojuro Rengoku x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora