Me levanté al día siguiente con todo el cuerpo dolorido, y no fui la única. De hecho, en la primera semana de entrenamiento, un cuarto de los participantes se marchó voluntariamente. Aquellos que no tenían la suficiente motivación o necesidad no duraron mucho. Sin embargo, a mí, llegó un punto en el que comenzó a gustarme: realmente vi cambios en mis capacidades, cosas que, aunque para un cazador de demonios eran de lo más simple, nunca pensé que podría haber hecho. Incluso solía levantarme antes de los entrenamientos para practicar un poco por mi cuenta. Todo esto me motivó mucho para seguir avanzando, pero las cosas buenas nunca vienen solas: al mismo tiempo, me había buscado ya varios problemas con gran parte de los soldados en formación; que fuera mujer y, por si fuera poco, extranjera, disgustaba enormemente a muchos de los hombres que entrenaban junto a mí.
Desde luego que, de no haber estado yo, habrían buscado a otra víctima: alguna de las mujeres restantes, seguramente. El ejército termina siendo también como la cárcel: si te dejas amedrentar, estás acabado.
Fui tan ilusa de pensar que, quizá, alguna de las otras chicas se pondría de mi parte; nada más lejos de la realidad. Me despreciaban, hablaban mal de mí e intentaban humillarme lo que podían. En el fondo no las odiaba. Al contrario, sentía gran pena por ellas: necesitaban constantemente reafirmar su supuesta superioridad precisamente porque sabían que no la tenían. Porque sabían que, si no lo hacían, el acoso se extendería a ellas.
Mi única escapada a todo eso solían ser los entrenamientos, cuando, bajo la supervisión de los pilares, nadie se atrevía a decirme (al menos, directamente) nada. El único momento en el que podía concentrarme y darlo todo. En el que veía sentido a lo que hacía.
Pasaron los meses, y, después de alguna prueba eliminatoria, por fin tocó determinar el tipo de respiración de cada voluntario. Los pilares nos contaron que realmente no había una ciencia cierta para saber la mejor respiración para cada uno, así que, como medida provisional, dividieron el grupo aleatoriamente: si veían que el alumno no se desarrollaba adecuadamente, se le asignaría a otro grupo.
Llevaba unos días ansiosa, ya que quería saber con quién me tocaría entrenar más a fondo. Todos los pilares me agradaban, aunque uno de ellos había llamado mucho mi atención (y no precisamente el que pretendía llamar la atención de todos): Rengoku-san, el pilar de llamas. Había algo en su forma de proceder, en su energía... que era contagioso. Realmente me agradaba y quería saber algo más de él: quizá pudiera entrenar aún con más fuerza que de costumbre si era él el que me entrenaba.
Uzui-san empezó a sacar pequeñas notas con los nombres y la respiración que se le había asignado. Luego, los guardaba en una pequeña bolsa:
— Suzume-san, respiración del amor; Tone-san, respiración de la serpiente; Keiichi-san, respiración del insecto; (T/N)-san...
De repente, algo sorprendió a Uzui-san. Rengoku-san agarró el papel que Uzui-san tenía en la mano y, sin arrebatárselo al pilar del sonido, ladeo la cabeza para leer el papel:
— (T/N)-san, respiración de las llamas.
Después de unos segundos de confusión, Uzui-san devolvió el papel lentamente a la bolsa y prosiguió con los demás nombres. ¡¿Qué se suponía que significaba eso?! Aunque me alegraba por tener la suerte de entrenar la respiración que quería, ¿por qué había leído Rengoku-san expresamente mi nombre? Pensé que quizá querría leer el nombre de todos sus próximos alumnos, pero resultó que, únicamente, lo hizo conmigo: genial, otra excusa perfecta para que mis compañeros me acosaran un poco más.
Una vez que dijeron los nombres, nos separaron en pequeños grupos. Cada pilar instruiría, aproximadamente, a entre 8 y 12 alumnos. Intenté olvidarme de lo sucedido para prestar atención a las instrucciones:
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Mi adorable sucesora (Kyojuro Rengoku x Lectora)
Fiksi PenggemarSiempre huía del recuerdo de aquella noche: aquel frío penetrante y cruel, aquel... vacío. ¿Lograría algún día olvidar esa pesadilla? ¿Lograría alguien hacer arder mi corazón? Esta es mi primera historia aquí, así que espero que podáis disfrutarla...