Una vez lo tuve todo preparado, me dispuse a partir hacia la dirección que mi amigo con plumas me indicó. Me despedí de los rubios: el mayor me miraba con una mezcla de emoción y preocupación, pese a mis intentos de tranquilizarlo. A veces me preguntaba si resultaba un dolor de cabeza más que una alegría.
A los pocos kilómetros, me percaté de que delante andaba una silueta familiar. Efectivamente, era Ryujin:
—¡(T/N)! ¿Qué tal? ¿Noroeste también? —asentí con la cabeza y entonces sus labios se curvaron levemente. —Entonces nos toca juntos en nuestra primera misión, me alegra ver a la única cara conocida del cuerpo de cazadores.
Miró hacia arriba, pensativo, y luego de percatarse de lo que portaba en el cinturón me preguntó emocionado:
—¡Oh, la nichirinto! ¡A ti también te ha llegado! ¿De qué color es? ¡Espera, no me lo digas, sácala y lo vemos!
Su ilusión hablando de las nichirinto era como la de Rengoku-san. ¿Por qué todos se emocionan tanto por la espada? ¿De verdad era tan importante el color para la lucha? Me paré un segundo y saqué mi espada, revelando su color. Los ojos del azabache se prendieron como si de las luces de Tokio se tratara:
—¡Guau, roja! La verdad es que, teniendo un mango tan soso, el color carmín destaca mucho más en el arma. La mía es azul, así que vamos a juego con nuestros maestros. Aunque debo decir que tú eres menos intensa que Rengoku-san y yo soy más expresivo que Tomioka-san.
Rápidamente desenvainó la espada y la cruzó con la mía, como si fuéramos a luchar. Intentó imitar una mirada apasionada, y pronunció las siguientes palabras de forma solemne:
—El destino del agua que fluye es extinguir las llamas que arrasan con todo a su paso. Yo, Iwasaki Ryujin, acabaré contigo y devolveré el mundo a la calma propia del profundo océano.
Al principio no entendía lo que me quería decir, pero en seguida comprendí que se trataba de una broma, así que decidí seguirle el juego:
—Siento informarte, mi estimado rival, que el fuego, si arde con suficiente pasión, puede terminar extinguiendo al agua y no al revés. Un fuego que purifique el mal de la sociedad es lo que necesita este mundo, y, si te interpones en mi camino, terminarás engullido por las incandescentes llamas de la justicia.
Segundos después, no pude evitar soltar una leve risa, que le quitó mérito a mi épico discurso. Esto no importó al sucesor de Tomioka-san, que no se esperaba que reaccionara de esa manera:
—¡INCREÍBLE, (T/N), ESTOY SORPRENDIDO! Has quedado hasta mejor que yo, así sí me motivo para esta misión.
Ambos reímos y el ambiente alegre prosiguió hasta llegar al pueblo indicado. Este se terminó rompiendo por los llantos del chico amarillo que me encontré en la selección:
—¡NooOOoo! ¡No quiero ir por favooOOoor! ¡Hazlo tú, TanjirooOOoo! ¡Voy a moriiIIiir!
En esta ocasión, al menos, estaba manchando de mocos el haori de otro, en lugar del mío. El chico de su lado también me sonaba levemente: ese ropaje de cuadros verdes y negros, y esa mancha en la cara las había visto, sin duda, en algún lado. Era otro de los que pasaron la selección aquel día. Sin embargo, esta vez llevaba una enorme caja a las espaldas.
Al poco tiempo, ambos se percataron de nuestra presencia mientras descansaban bajo el techado de un establecimiento de comida. El de haori amarillo corrió hacia mí con una sonrisa:
—¡Es la chica fuerte y amable del día de la selección! ¿También te ha tocado esta misión? ¡Estoy salvado!
Me intentó abrazar con cariño, como si nos conociéramos de algo, pero Ryujin lo paró en seco, incluso lo empujó levemente, mosqueandolo. El chico de cabello rojo se apresuró para disculparse:
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Mi adorable sucesora (Kyojuro Rengoku x Lectora)
FanficSiempre huía del recuerdo de aquella noche: aquel frío penetrante y cruel, aquel... vacío. ¿Lograría algún día olvidar esa pesadilla? ¿Lograría alguien hacer arder mi corazón? Esta es mi primera historia aquí, así que espero que podáis disfrutarla...