Holiis, decidí realizar esta historia a falta de historias de este ship que me encanta. Seguramente habrá faltas de ortografía, disculpas de antemano. Con eso espero que disfruten mi historia.
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Un día de abril podíamos ver a un pequeño con capa correr fuera de un parque. Aquel pequeño de ojos tan azules como el cielo y un cabello negro como la noche simulaba ser un super héroe capaz de derrocar a cualquier villano, o en este caso, cualquier mala persona que se atreva a intimidar a los mas débiles. Este pequeño llamado Hanagaki Takemichi de solo 11 años corría con un gato malherido en brazos hacia la veterinaria más cercana para poder auxiliar al pequeño minino. Un par de curitas de animalitos decoraban tanto su brazos como piernas, así mismo su cara tenía rastros de lágrimas y sus mejillas se encontraban magulladas, pero eso no importaba siempre y cuando el pequeño animal que salvo se encontrara bien.
El pequeño gato fue apedreado por un par de matones de secundaria por pura diversión. Nuestro héroe al percatarse de ello no pudo ignorarlo y se lanzó a proteger al pequeño gato. Aun cuando fue incapaz de devolver un solo golpe, resistió lo suficiente como para que ese par se cansara y se fueran aburridos de apalear a un niño pequeño. Tan rápido como pudo se levantó y curando rápidamente cada herida hecho a correr con el gatito en brazos.
Por fortuna el gato no tenía heridas muy graves, por lo que el veterinario le había dicho sólo tenía que pasar la noche en observación y se podría ir a casa. Solo había un pequeño detalle que había pasado por alto, ¿podría llevar el gato a su casa? ¿Sería capaz de cuidarlo?¿Sus hermanos aceptarían que se quede con el?
Muchas preguntas como esas rondaban en la mente del pequeño de ojos azules provocando que acabara perdiéndose entre las calles del distrito de Shibuya. 15 minutos después el pequeño se percató que no reconocía la calle por la cual caminaba, comenzó a mirar alrededor para ver si lograba averiguar dónde se encontraba pero fue en vano. Sintiendo sus ojos aguarse y su respiración acelerarse, pequeños sollozos empezaron a escapar de sus labios al creer que nunca volvería a casa o vería de nuevo a sus hermanos. Todo su pequeño cuerpo comenzó a temblar.
-Oi, estás bien?¿Por qué lloras?
Una voz interrumpe el llanto haciendo que el ojiazul se sobresaltara.
-¿Qui-qui-quien e-eres?
hipo el azabache levantando su vista. Frente a el se encontraba un niño de ojos negros profundos y un cabello rubio cenizo que lo miraba mientras se comía un dulce. Ante la pregunta el rubio cenizo frunció el ceño y sus labios se movieron hasta formar un puchero con ellos.
-Yo pregunte primero!
Gritó el pequeño rubio asustando a Takemichi. Esté pensando que había enfadado al rubio frente a él empezó a llorar más fuerte.
-Oi, no llores más, si dejas de llorar te doy un poco de mi dorayaki.
Los nervios del rubio eran notables, por alguna razón que no conocía no quería ver llorar al azabache de ojos bonitos.
-Mikey, deja de hacer llorar a niños pequeños o no te compraré más dorayakis en un mes.
Una tercera voz se hizo presente acercándose a los otros dos.
Takemichi dirigió su mirada empañada en lágrimas al nuevo niño que apareció frente a ellos. Se encontró con un chico alto con el cabello rapado a los lados y una trenza rubia en medio. También se fijó en el dragón que tenía tatuado en uno de los lados rapados.
Ese tatuaje hipnotizó al pequeño que por un segundo olvido el miedo que sintió al perderse y sin darse cuenta se giró quedando en dirección al rubio de la trenza con la intención de tocar el dragón. Cuando su mano se posó encima del dragón, el chico tatuado dio un paso atrás, esa acción le había tomado desprevenido. Estaba tan centrado en su pelea con ¨Mikey¨ , como él lo había llamado, por sus dorayakis que no se dio cuenta de las acciones del menor.
-Oye, ¿Qué haces?
Al escuchar la voz del chico de la trenza, Takemichi se dio cuenta de lo que estaba haciendo, provocando un sonrojo muy notorio en sus mejillas. A los mayores les pareció bastante adorable la cara sonrojada del ojo azul.
-Lo siento, no quería hacerte sentir incomodo.
El pequeño estaba apenado por sus acciones por lo que se disculpó, pero aún así le fascinaba lo valiente que era ese niño como para hacerse un tatuaje tan joven y en la cabeza.
-Pero tu tatuaje es muy guay.
Los ojos del azabache empezaron a brillar y les mostró una de sus mejores sonrisa, de esas que te hacen sentir que nada puede ir mal .
-Emm...gracias, creo.
El rubio trenzado estaba un poco cegado por la sonrisa del menor, le parecía tan brillante y puro.
-Por cierto como te llamas? Yo me llamo Ryuguji Ken pero puedes llamarme Draken .
Con todo el alboroto no se habían percatado que ninguno de los tres se había presentado por lo cual Darién tomó la iniciativa.
-Yo soy Sano Manjiro pero mis amigos me llaman Mikey.
-Un gusto mi nombre es Hanagaki Takemichi.
-Oye porque llorabas?.
Ambos rubio tenían la duda, no todos los días te encuentras cerca de un callejón a un niño herido y llorando. Por sus cabezas pasaron muchos tipos de escenarios y todos ellos les generaba una furia inexplicable.
-Es que me he perdido y no se como volver.
Tras la pregunta Takemichi recordó por qué lloraba antes de encontrarse con sus nuevos amigos, haciendo que sus ojos volvieran a llenarse de lágrimas.
Los dos mayores al ver a Takemichi a punto de llorar se apresuraron a calmarlo.
-Ya ves lo que haces Ken-chin, lo hiciste llorar.
Mikey se quejó haciendo un puchero.
-Ahora me tienes que comprar más dorayakis en compensación.
-No me llames por ese estúpido apodo delante de la gente Mikey.-Cada vez que escuchaba ese apodo Draken se irritaba.
-Y en todo caso le tendría que comprarle dorayakis a Takemichi, no a ti.-dijo sacándole la lengua a Mikey.
-¡No es justo!- El berrinche de Mikey no se hizo esperar.
Pero todo se detuvo cuando escucharon una risita contenida. Se giraron encontrándose a Takemichi aguantando la risa con sus manitas cubriendo su boca. Eso relajo a los mayores, que de manera indirecta habían conseguido que parara de llorar. Al final los tres estallaron en carcajadas por la situación.
Una vez se calmaron el pequeño Takemichi le dio su dirección a ambos rubios. Durante todo el camino los tres hablaron de cosas sin sentido pero graciosas, también aprovecharon para conocerse un poco más, después de todo ya eran grandes amigos.
Al llegar a casa del azabache se despidieron no sin antes el sano menor invitara a su nuevo amigo a conocer a sus otros amigos, sin embargo después de ese día no volvieron a verse hasta cuatro meses después y no de manera alegre y amistosa.
Sin saber que este encuentro había cambiado de manera drástica el destino que empezaba con un encuentro predestinado.
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Amor entre costuras
Teen Fiction¿Qué pasaría si Takemichi hubiera conocido antes a Izana y Kakucho?¿Que sin darse cuenta hubiese evitado la muerte de Shinichiro? La vida de dos familias se ve cruzada por un accidente que cambiará el destino de ambas y descubrirán que todo aquello...