Esa misma tarde en una de las calles comerciales de Shibuya encontramos a nuestro querido ojiazul decaído mientras camina en dirección a un parque cercano. Se sentía bastante decepcionado consigo mismo por no poder cumplir la misión que él mismo se impuso. Mientras caminaba no paraba de maldecir a cada dueño de los locales por no aceptar como empleado a un niño de 12 años, porque si, Takemichi había decidido empezar a trabajar para ahorrar para sus queridos mangas y coleccionar productos de estos. Había decidido que ahora que tenía una pandilla a su cargo era hora de ser más responsable y conseguir un trabajo, pero jamás imaginó que sería tan difícil. Lleno de decepción y con un helado de consolación se sentó bajo la sombra de un árbol para disfrutar de lo que quedaba de tarde.
Al cabo de pocos minutos unos sollozos rompieron la tranquilidad del azabache. Con su complejo de héroe activo busco con vehemencia el origen de ese llanto, con suma rapidez se levantó y empezó a dar vueltas por el parque. Que sorpresa se llevó al ver a dos niñas debajo del tobogán. La más pequeña de ellas no paraba de llorar mientras la mayor intentaba consolarla. Con cuidado de no asustarlas se acercó a ellas.
-¿Se encuentran bien? ¿Por qué lloras?- Takemichi decidió quedarse a una distancia prudente para no incomodarlas.
-Y a ti que te importa.- La mayor de ellas reaccionó de manera brusca ante el extraño frente a ellas.
-Tranquila, no quiero haceros daño. Solo quiero saber que hacéis en el parque solas ¿Dónde están vuestros padres?- Takemichi habló con suavidad para no asustar a las menores.
-No se do-do-donde esta mama y onii-chan aun no ha venido a recogernos.- La más pequeña habló entre sollozos, no aguantaba más estar en ese parque. Ella solo quería volver a casa y sentirse segura.
Takemichi entendió la situación de ambas y se sintió furioso con el hermano mayor de ambas por dejarlas abandonadas en el parque sin preocuparse por ellas.
-Mana tranquila, onii-chan pronto va a venir.- Con voz suave intentó tranquilizar a su hermana pequeña.
-Pero onii-chan no ha venido a por nosotras desde que salimos de la escuela.- Mana miró a su hermana asustada.- Yo quiero volver a casa ahora, llevamos mucho tiempo esperando.
Al ojiazul se le partía el corazón al ver a la menor tan asustada y llorando desconsolada. No quería ni imaginarse cuánto tiempo llevaban esperando por su supuesto hermano mayor. Menudo irresponsable y sin corazón. Solo se le ocurrió una solución.
-Izana-ni puedes enviar un coche a por mi al parque xxx, por favor?- Ante la duda siempre recurrirá a sus hermanos mayores.
-Claro Take.- Hubo una pausa en la que escucho a Izana hablar con alguien al otro lado de la línea.- Te encuentras bien, verdad? No estás herido o si?
-Jaja, claro que no pero llevo conmigo unas invitadas especiales.
Con eso dicho colgó la llamada y se dirigió hacia las menores.
-¿Sabéis el número de vuestros padres o hermano mayor?
-Me se el de mama.- Luna como la mayor tomó el valor para acercarse al desconocido que trataba de ayudarlas. A decir verdad ella también estaba asustada, llevaban horas esperando a su hermano y no aparecía.
Una vez tuvo el número, llamó a la madre de las niñas que horrorizada le pidió cuidarlas hasta contactar con su hijo mayor para recogerlas. Para más seguridad Takemichi le dio sus datos de contacto a la señora Mitsuya junto con la dirección de su hogar. Una vez todo listo, los tres montaron en el coche y partieron a la casa de los Hanagaki. Durante el trayecto Takemichi no paraba de pensar en el apellido de las niñas que había conocido. Se le hacía conocido pero no conseguía recordar de donde. Lo pensó durante un rato y al no dar con la respuesta simplemente lo dejó pasar.
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Amor entre costuras
Teen Fiction¿Qué pasaría si Takemichi hubiera conocido antes a Izana y Kakucho?¿Que sin darse cuenta hubiese evitado la muerte de Shinichiro? La vida de dos familias se ve cruzada por un accidente que cambiará el destino de ambas y descubrirán que todo aquello...