Capítulo 3

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Con el paso de los meses la familia Hanagaki se adaptó a su nuevo estilo de vida llegando así el verano. Los tres menores estaban emocionados ya que por fin verían a su hermano mayor después de dos meses, solo se habían comunicado por videollamada o a través de Noa, el secretario y adulto a cargo cuando Kenta no estaba.

Noa es la persona en la que mas confía  Kenta y cuando este se va del país le confía a sus tres tesoros, ya que han estado juntos desde que este nació. Tiene muchos conocimientos en leyes y es un experto en artes marciales pero sobre todo es muy leal a los Hanagaki, incluyendo a Izana y Kakucho.

Aquí se estaban los tres junto a Noa en el aeropuerto para darle la bienvenida a Kenta y poder pasar las próximas dos semanas juntos. A pesar de ser el último mes de verano, agosto, no iban a desaprovechar esta oportunidad.

-Kenta-ni estamos aquí! - Takemichi asustó a todos con su grito lleno de emoción, había pasado mucho tiempo para el pequeño ojiazul.

-Kenta-sama bienvenido a Tokio, permítame coger su equipaje.- Noa empezó a realizar su trabajo como secretario y mayordomo.

-Hola a todos, ha sido un tiempo.- Feliz revolvió el pelo de sus queridos hermanitos.

-En tu ausencia he cuidado de maravilla de mis hermanos.- con orgullo comentó Izana.

-Eso no es verdad y lo sabes.- Kakucho comentó divertido mientras observaba la mirada de muerte que Izana le mandaba.

-¿Qué habéis hecho?

Con temor preguntó el mayor, realmente no quería saberlo, sabía que eran capaz de cometer cualquier tipo de locura si no tienen supervisión. Y como si un imán lo hubiera atraído miró a Noa en busca de una explicación, este simplemente desvió la mirada.

-Kenta-ni, Kenta-ni sabes que nos cambiamos de casa.

La ilusión del menor era palpable al igual que el brillo de sus ojos.

-Fue muy divertido, Iza-ni hizo fuegos artificiales en la cocina. Había colores y ruidos fuertes por todas partes. Lo único malo es que no podemos volver a esa casa, aunque la nueva también es muy bonita.

El mayor se quedó helado sin saber que decir, lo único que hizo fue mirar incrédulo al mayor.

-Has cuidado de maravilla la casa.- el sarcasmo es evidente en sus palabras.- Tanto así que tuvimos que mudar por un incendio que tú provocaste.

-Detalles, detalles.- Sin mucho interés Izana quitó importancia al asunto. - Lo bueno es que esta casa es mejor y eso es gracias a mi.

Muy orgullosos de su logro y con las felicitaciones de su adorable hermano menor emprendieron camino al coche. Resignado y suspirando el mayor los siguió mientras se lamentaba por su bolsillo. Por como iban las cosas o quedaba pobre o se moría del estrés por culpa de sus hermanos. Aun así una pequeña risilla se le escapó al imaginarse el drama u el coas que habrían causado.

Por el camino el trío le fue contando todas sus aventuras al mayor sin saber que los días de paz y felicidad estaban a punto de acabar. Desde las sombras alguien observaba a la pequeña familia esperando el momento oportuno para acabar con ellos.

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En algún lugar del mundo una mujer y un hombre hablaban mientras observaban ciertas fotografías con odio y repulsión.

-Cuando vamos a ejecutar el plan. Hemos esperado cuatro años para esto.

La mujer aventó con furia dos fotos en particular hacia la chimenea.

-Estoy harta de esperar, nos deshicimos ya de mi hermana y su marido. Solo hay que matar a esos mocosos y todo será nuestro.

-No te impacientes querida, todo pasará a su debido tiempo. Si no tenemos cuidado todo lo que hemos hecho se podría derrumbar, no subestimes a tu sobrino.

Amor entre costurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora