Capítulo 7

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-Todo empezó porque quería hacer feliz a mi amigo por su cumpleaños, pensé en comprar el mejor regalo. Solo había un problema; no tenía dinero y no podía decírselo a mis padres.- El cuerpo de Kazutora tembló un poco.- En mi edificio unos chicos habían conseguido dinero robando carteras y pensé que sería una buena opción. Sería dinero rápido y nadie tenía por qué enterarse. Al principio pensé que un peluche en forma de dorayaki o en una pulsera de la amistad, pero parecían regalos tan típicos y yo quería que fuera especial.


Kazutora se apartó de Takemichi y caminó hasta la ventana mientras reunía el coraje suficiente para continuar. Baji se debatía entre parar a Kazutora o dejarlo continuar porque se está dando cuenta que solo conocía una parte de la historia, aun no sabia como se le había ocurrido esa alocada idea a su amigo.

-Un día que fuimos a la playa mi amigo comentó que le gustaría tener una moto en específico y en ese momento ese me pareció el regalo perfecto. Pero para este regalo el robo de dinero no valía porque tardaría mucho en reunir el dinero necesario, entonces cambié de planes, en vez de robar el dinero robaría la moto.

Un suspiro salió de los labios de Kazutora, no se atrevía a mirar a su espalda, temía encontrarse con miradas llenas de decepción, ahora mismo no lo soportaría. Sin saber cómo continuar un prolongado silencio apareció en aquella habitación del hospital. De repente Kazutora volteo con los brazos extendidos y la mirada la pérdida en la pared.

-Era un plan perfecto, nada debería haber salido mal, incluso conseguí la ayuda de mi mejor amigo.- ambos brazos cayeron como peso muerto a sus costados.- Conseguimos entrar, incluso la moto tenía gasolina, solo faltaba soltarla y podríamos irnos. Deje a Baji soltando la moto mientras yo abría la puerta metálica. Cuando conseguí abrir la puerta escuche como el dueño se acercaba a Baji y me paralice. En un segundo todo el plan se había derrumbado y no sabia que hacer, así que agarre con fuerza la cizalla dispuesto a defender a Baji pero tu agarraste mi brazo y me asuste. Durante un segundo estuve dispuesto a matar con tal de que nadie supiera lo que habíamos hecho, pero tu me salvaste.- Se volvió acercar a la cama temeroso de la reacción del ojiazul.- Me pediste ayuda, estabas llorando y te veías tan asustado que actúe por impulso y cuando me di cuenta tú y ese hombre estabais inconscientes en el suelo y Baji y Shinichiro me gritaban.

Cuando Kazutora acabo de contar lo sucedido esa madrugada cayó de rodillas a un lado de la camilla con su ojos derramando lágrimas de arrepentimiento. Baji se acercó cauteloso a su mejor amigo con la intención de consolarlo.

-Eres un tonto Tora, al enano le hubiera gustado cualquier cosa que le hubieras dado, sobre todo esa almohada en forma de dorayaki.- Una débil risa escapó de sus labios.

-Yo solo quería hacerlo feliz. Quería devolverle el favor por aceptarme a pesar de todo.

-Lo se Tora, pero ahora da igual, vamos a superar esto juntos.- limpio las lagrimas contrarias con su jersey.- Si hace falta iremos juntos al infierno.

Takemichi podía ver como esos dos amigos se abrazaban mientras se consolaban mutuamente, no quiso arruinar el ambiente. Un ruido cerca de la puerta llamó su atención, en ella puedo ver a dos chicos que se le hacían conocidos pero no sabia porque. Uno tenia el pelo corto y rubio cenizo con ojos negros, y el otro era alto y con una trenza rubia. Despacio llevo su dedo índice a su boca indicándoles que no hagan ruido.

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En la residencia de los Sano todos dormían a excepción del abuelo Sano que estaba preocupado por su nieto mayor. Era ya media noche y no había vuelto a casa, ni siquiera había avisado, en cuanto lo viera pensaba darle un buen golpe por preocuparlo así. Sin darse cuenta cayó dormido hasta que el sonido del teléfono lo despertó. Se levantó dispuesto a gritarle a quien sea que llamara a esas horas de la madrugada.

Amor entre costurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora