Etapa 1 (III)

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—¿Por qué me llamaste, Kirishima? ¿Pasó algo?  

Shōto estaba algo confundido. Eijirō nunca le había pedido salir a pasar el rato. Es decir, no tenía problemas con el mejor amigo de su pareja, le caía muy bien. Pero nunca habían sido tan cercanos como para juntarse solo los dos, solo eran de verse cuando coincidían en las salidas grupales. Es decir, nunca, en lo que él puede llegar a recordar, Eijirō lo había invitado exclusivamente a él y viceversa.

Ahora ahí estaban, un sábado por la mañana en una cafetería bastante rústica, con ropa de civil para pasar desapercibido. Kirishima no tenía hecho su extravagante peinado habitual, optando por una coleta sencilla y unos pasadores para el pelo en su flequillo. Shōto volvió a ponerse otra peluca, realmente incómoda cabe decir.

Usualmente Shōto diría que no es tener que levantarse temprano un sábado por dos razones bastante contundentes: le da pereza y solo los fines de semana puede tener a Katsuki durmiendo hasta tarde. Sin embargo, Katsuki había ido a dormir a casa de los Midoriya después de que su amiga Ochako se lo llevase de compras toda la tarde, así que no lo vería hasta en la tarde, probablemente. Eso y, por la forma en la que el del pelo teñido le había suplicado ir a comer, no pudo negarse. Bueno, es casi imposible decirle no a Kirishima.

El bicolor no dejó pasar los nervios que el de pelo teñido tenía, tampoco era difícil de notarlo. Es decir, es Kirishima. Prácticamente tiene un halo de luz detrás de él que brilla mientras más sonríe. Ese día su sonrisa puntiaguda era tan forzada que daba ganas de llorar. Que Shōto, siendo del tipo de persona que le cuesta captar detalles como esos, haya logrado darse cuenta es mucho decir.

Eijirō ríe nerviosamente mientras trata de ocultarse detrás de su taza de café. El más alto había aprendido lo suficiente como para tener paciencia y no ser tan insistente, por lo que simplemente siguió con lo suyo esperando a que el otro se sintiese más cómodo para hablar. No iba a desperdiciar su chocolate caliente después de todo, a lo mejor podría invitar a Katsuki en otro momento, es un lugar lo suficientemente cómodo y taciturno como para que ambos pudiesen disfrutar de una buena mañana sin problemas.

Ya cuando su taza iba por la mitad, siente cómo Eijiro coloca los codos sobre la mesa de forma brusca, haciendo que la superficie se tambalee.

—¿Cómo vas con Blasty?

—¿Hmmm? Nada que no sepas ya— contestó, alzando una ceja por la pregunta.

—Y... ¿llegaste a hablar de 'eso' con él?— pregunta dudoso mientras está jugando con sus manos— Me refiero a lo que h-hablamos ese día en el hospital, sobre adoptar a un niño y... c-cosas así.

Shōto lo mira confundido.

—Pues... no he podido decirle nada aún. No quiero presionarlo y menos ahora. Ya sabes, dudo que quiera saber de bebés por un tiempo después de todo lo que han pasado.

—Oh, ya veo... ¿Pero aún le piensas preguntar?

—Ajá, pero no estoy apresurado con la idea.

—¿Y tal vez...?

—Kirishima, ¿podrias ir al grano? Mi chocolate se va a enfriar— okay, si Katsuki estuviese ahí lo hubiese golpeado por ser muy borde. En su defensa, no iba a llegar a ningún lado viendo cómo el más bajo seguía balbuceando preguntas bastante ridículas.

La verdad, si no fuese porque había sido privado de su sueño, a lo mejor no hubiese respondido de forma seca. Sus párpados aún se sentían pesados, y estaba que contenía las ganas de bostezar y acomodarse en la mesa para dormir ahí mismo. Lo bueno era que Eijirō conocía lo suficiente al bicolor como para saber que no lo hacía de forma intencional, así que solo rió nerviosamente mientras desviaba la mirada.

Call me fatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora