Etapa 2 (II)

616 66 44
                                    

Kirishima notó algo diferente el lunes después de que Katsuki llegara a la agencia a hacer el papeleo habitual.

Bueno, desde hacía un tiempo había notado que Katsuki estaba diferente, pero lo atribuyó a que aún estaba sanándose de sus heridas. Era muy común verlo dormitar en su escritorio o levantarse de su asiento para usar el baño. Sin embargo, después del incidente en el que el rubio acabó en el hospital por un sangrado que aún no sabía explicar, este estaba más callado.

Si, callado era la mejor descripción que podía tener. Porque se la pasó las próximas horas en silencio absoluto y sin quejarse por cualquier cosa en ningún momento. Eso empezaba a asustarlo. Es decir, era Katsuki de quien hablaban. De no ser porque lo había visto pestañear y mover sus manos sobre papeles y documentos hubiese creído que era una estatua con el rostro de su mejor amigo.

Daba miedo, ¿okey? Kirishima tenía razones más que suficientes para tener miedo de un callado Blasty al lado suyo, que de vez en cuando movía sus ojos rubíes para analizarlo (apuñalarlo) con la mirada.

Empezó a contar cada uno de los minutos que le quedaba antes de que fuera su turno de salir a hacer ronda habitual. Mentalmente se hizo prometer que le pediría a Mina o a Camie (no, quizás ella no) si pudiera ver al rubio para asegurarse de si esta todo bien.

Si, hará eso.

—Hey, Eijirō.

Bueno, Katsuki siempre tenía sus propios planes.

Antes de tan siquiera levantarse al ver que ya era hora de salir a patrullar, Katsuki lo detuvo. En realidad no hizo nada más que llamarlo por su nombre, pero fue el hecho de que fue la primera cosa que el de ojos rojizos había soltado después de todo el día sin mediar palabra alguna lo que lo hizo quedarse quieto en su sitio.

—Ibas a ir a ver a Subaru esta tarde, ¿verdad?

—¿Eh?

—Nos dijiste que ibas a visitarlo después del trabajo hasta que te lo pudieras llevar a casa— comenta como si fuese lo obvio—. ¿O acaso tienes otros planes hoy?

—Bueno, si, si iba a verlo. ¿Por qué preguntas?

El de pelo teñido miraba expectante a su mejor amigo, habiéndole llamado la atención el cómo la pequeña charla iba girando en torno a su hijo (bueno, aún no tiene todo el papeleo que lo vuelve su padre como tal pero no es como si no lo fuese a ese punto). El rubio chasquea la lengua, negándose a mirarle a Eijirō directamente a los ojos, demasiado obvio como para ocultarlo. El contrario también se da cuenta es de la forma en la que sus manos se mueven inquietas sobre el escritorio, casi arrugado los papeles en donde estaban reposando.

—¿Puedo... puedo ir contigo a verlo?

Kirishima creyó que se había golpeado con una roca. Parpadeó confundido, creyendo haber oído mal.

Es decir, no dudaba que a Katsuki se alegraba de la llegada de Subaru a la vida de Eijirō. Recuerda que, después de 'calmar' al resto, se acercó personalmente a él para abrazarlo y felicitarle por su gran decisión. Incluso accedió a salir de compras por más de dos horas para buscar ropa y accesorios para el niño, cooperando con algunos conjuntos que creía se verían bien para el bebé. Pero, también sabía que Katsuki y niños no era algo que podrías juntar tan fácilmente.

Oh dios, recordaba que Camie le comentaba aquella vez en la que para obtener sus licencias de héroe tuvieron que convivir con todo el grupo de preescolar. Y Katsuki, según la castaña, fue quien peor la pasó. Es más, fue el primero en querer golpear a más de uno (cosa que fue rápidamente descartada por decisión grupal, lo que hizo que el rubio tuviera que aguantarse por el resto del día). Incluso habiendo madurado, Eijirō no llegó a pensar que su mejor amigo trataría de acercarse a otro infante de forma voluntaria en su vida. Por eso mismo le sorprendió la pregunta, de buena manera.

Call me fatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora