Etapa 3 (II)

474 57 50
                                    

Katsuki despertó en su cama. Juraba haber estado trabajando en su agencia antes de cerrar los párpados y caer en el sueño. Probablemente, ninguno de sus putos amigos quiso despertarlo y terminaron por llevarlo a casa. Y como lamentablemente él era de sueño pesado, no se percató en ningún momento. En otras circunstancias se hubiese enfurecido, pero, si era sincero, no creía que le hubiese apetecido tener que caminar hasta el auto. Si, por esa ocasión no se iba a enojar.

No se había percatado hasta el momento en el que sintió que había un bulto pequeño acomodándose a un lado suyo, pero había algo más durmiendo en su cama.

—¿Qué carajos?— pensaba decir algo más hasta que fue interrumpido por un pequeño gruñido.

Ese pequeño bulto dio vueltas entre sus sábanas, tratando de buscar el calor del rubio mientras se pegaba más y más a él. Cuando este parecía estar complacido, se detuvo y volvió a recostarse, haciendo que unas peludas patas blancas con manchas negras sobresalgan al estirarse.

—¡Oh, Kacchan!— la voz de Deku se asomó por la puerta— Perdona a Daicchan, quiso hacerte compañía y no pudimos decirle que no. Pero no te preocupes, no bota pelo, así que no debería incomodarte.

No estaba molesto, de hecho, comprendía el porqué no pudieron hacerlo. Al levantar un poco la sábana vio el rostro del cachorro durmiendo tan cómodamente a su lado, sentía que era un crimen tan siquiera intentar moverlo de donde estaba.

—¿Daicchan?— pregunta, acariciando sus orejas a lo que el can empujó su cabeza contra su palma en busca de mayor contacto.

—Se llama Daiki, Ochako al final fue quien le puso el nombre, pero me gusta decirle Daicchan— sonrió.

Daicchan movía la cola enérgicamente, dando a entender que ya estaba despierto. El can de pelaje blanco con manchas negras se estiraba como podía en la cama, bostezando levemente al final. Era demasiado tierno como para tan siquiera enojarse porque estaba metido en su cama. Izuku tenía razón, para el pesar de Katsuki.

Sabía bien que los cachorros siempre buscaban cariño. Daicchan lo miró con esos ojos grandes y brillantes y movió la cola en aprobación cuando la mano ajena hace el amago de acariciar su lomo. Suave y sedoso y, como había dicho el pecoso, no botaba ni un pelo.

Se preguntaba cuánto le tomaría en convencer a Izuku para que pudiese quedarse con Daicchan el resto de la semana. Atrajo al perro a su pecho, el calor del pequeño cuerpo de alguna forma hizo que el ligero dolor en sus pectorales (¿pechos?) disminuyera. Estaba volviéndose perezoso porque no le daba ganas de levantarse, la mínima brisa de aire sobre su piel le causaba escalofríos.

—Tengo hambre, ¿qué hay de comer?

—'Chako pidió hamburguesas, si, te pidió la más grande del menú— respondió rápidamente antes de que el rubio pudiese objetar algo—. Nos matarías si intentamos tocar tu cocina, ¿bien? Shōto llegará en un par de horas  puedes pedirle algo más luego.

—Hmmm— asiente— Ahora que lo pienso... ¿qué haces aquí? Usualmente te toca patrullar con Shō.

—Ah, eso— puede ver el nerviosismo del de ojos verdes, desviando la mirada y rascándose la cabeza—. Cambié mis turnos. Ahora patrullo con Toga por las noches. Ya sabes... no hay muchos héroes clandestinos en Musutafu, tenemos que igualar la cantidad de héroes en ambas zonas horarias.

—Oh... sigue suelto, ¿no?

—Lamentablemente. Pero hey, no te preocupes, estamos haciendo todo lo posible para atraparlo.

Katsuki tiembla. Había escuchado del incidente de boca de Kirishima, aún sin muchos detalles no sonaba nada que le apeteciera escuchar en lo absoluto. Tanto así que Shōto tuvo que quitarle el teléfono y recostarlo en la cama porque, sin haberse dado cuenta, ya se había puesto de pie por la ira emergente.

Call me fatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora