Primer encuentro

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Bakugo Katsuki, diecisiete años, cabello cenizo como si de un extranjero se tratase.
A él no le gustaba eso, hacía que la gente lo mirara de mala manera, incluso se metía en problemas por ello, no lo dejaban entrar a cualquier lugar y tenía que ir siempre con cuidado.

Por lo menos, los rōnin con los que se encontraba le servían para entrenar un poco.

Disfrutando de su inesperada tranquilidad en el único lugar que se le admitía abiertamente desde siempre (gracias a su maestro que conocía a el dueño), comía un budín de soya dulce cortesía de la casa.
No era una persona que comía cosas dulces; sin embargo, aquel budín tenía algo que le fascinaba.

—¡¡Ayuda!! ¡Un monstruo! -se escuchó un grito desesperado desde afuera.

El ojirubí justo había terminado su postre cuando, al igual que los demás, escuchó a aquella persona gritando. Se levantó rápido y tomó su katana poniéndosela en la cintura junto a su sable corto, conocido como Wakizashi.
Estaba preparado para luchar sin importarle qué cosa fuera, así que dio un paso afuera del lugar escuchando más y más gritos de personas aterradas. Sonrió de lado en forma arrogante, un plan vino a su mente.

Si ayuda a los civiles podría ganarse la confianza de estos, entonces cuando regrese de su viaje, estos le favorecerían para que se convierta en parte de las fuerzas armadas del shogun.

Aunque estaba muy agradecido con su maestro por todo lo que hizo y ha hecho por él, no quería llegar a tener un puesto solo por sus contactos, sino por su propia habilidad.

Fuera de sus pensamientos escuchaba el sonido de una cadena moviéndose, y por fin el monstruo del que hablaban pasó enfrente suyo.

¿Un monstruo?

Se equivocan.

El cuerpo de Katsuki se paralizó involuntariamente.
Ni siquiera pudo poner su mano alrededor de su katana, sintió su misma respiración temblar ante tal demonio.

Aquel hombre manchado de sangre lo miró de reojo al pasar frente a él, pero la vista de Katsuki seguía en un punto perdido hacía el frente y se mantuvo así hasta que el mayor se encontró lo suficiente alejado.

—¿Qué... Mierda...? -el enojo que sentía le estaba quitando el miedo. —¡Oi, tú! -persiguió al otro esperando a que este se detuviera. —¡Te estoy hablando, maldito! ¡No me ignores, idiota!

No importaba lo que Katsuki le gritara, ese hombre no se detenía o volteaba a verlo.

No fue hasta que llegaron a la parte menos habitada, donde el peliverde se sentó afuera de lo que parecía una choza abandonada.

—¡Oi! ¿Es que no me escuchaste? -le dijo deteniéndose también. –Te he llamado desde hace rato. -reclama.

—¿Qué es lo que quieres? -le pregunta Izuku fastidiado.

—Pelea conmigo.

—¿Qué? No estoy para bromas. Vete, no me gusta jugar con niños.

—Bastardo... -empuñó su katana listo para sacarla, pero sabía que cortar a esta persona sería muy difícil.

—¿Me seguiste hasta aquí solo para eso? -señaló con la mirada el arma.

—Sí. Tengamos un duelo justo.

—Lo siento, niño, pero aunque no lo parezca... Soy un pacifista.

—¿A caso no puedes sentir la sangre que chorrea de tu ropa? ¿Me crees tan estúpido como para creerte eso?

—También me cayó en la boca, ¿Quieres ver? -escupió a un costado de sus pies, enseñándole así a Katsuki que lo que decía era verdad. —Dije que soy pacifista, no un estúpido que se dejará matar.

—... ¡Entonces iré a por tu vida! De esa forma lucharás, ¿Me equivoco?

—Un mocoso como tú debería estar en casa ayudándole a su madre.

—Lastima, pero ella murió. Y no soy un mocoso, soy un samurái.

—Ja... Conque un samurái. Ese Tokugawa debe estar tan necesitado de protección que incluso utiliza a niños. -sacó de su yukata un trapo para limpiar su rostro manchado.

—No le sirvo al shogun, no por ahora. Tengo mi propio maestro, por eso necesito que tú m-

—¡Ahí están! ¡Atrápenlos!

—¿Atrápen...los? ¿A él y a...? -Katsuki miró a su alrededor en busca de la segunda persona, no se dio cuenta que se referían a él. Si no fuera por el mayor que lo cargó como si un saco sin peso se tratara, habría quedado en medio de una pelea contra la policía. —¡Oi! ¡¿Qué crees que estás haciendo?! ¡¡Bájame, maldito!!

Aunque la policía los estaba siguiendo, para la sorpresa de todos, el peliverde era demasiado rápido, se les perdió de vista en segundos.



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Nota: El Daishō, es como se le llama a la katana junto al Wakizashi (o Shotō), por lo que cuando escriba “Katsuki tomó su Daishō” me refiero a estas dos armas juntas.



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—¿Por qué mierda tengo que esconderme contigo? -se quejó el cenizo detrás de los arbustos. –¿Qué tipo de situación es esta? Quítate de encima, bastardo. Voy a matarte.

—Sí, sí, más tarde. Por el momento guarda silencio.

—Lo mataré. -murmuró para sí mismo Katsuki.

—¡¡Revisen en el bosque y los lugares cercanos, incluso dentro de las casas!! -se escuchó el grito de uno de los oficiales.

El mayor que estaba detrás de Katsuki sin dejarlo irse, se movió tal y como el cenizo quería que hiciera, ya que ambos estaban de cuclillas atrás de un arbusto.

—Antes de que hagas o digas algo, escucha. -lo sujetó del brazo no permitiéndole levantarse. —Para ellos ahora estás de mi lado, si sales y te ven, serás arrestado. Si vienes hacia mí por pelea, terminarás tirado en el suelo y te encontrarán aquí, de nuevo tu destino será ser encerrado. Pero si me sigues hasta encontrar un lugar tranquilo, luego podrás tomar una mejor decisión.

—¿Crees que puedes vencerme? Bien, hagámoslo. -sus ojos ardían en furia, estaba preparado para recuperar su orgullo.

—Dijiste que eres un samurái, pero al final eres solo un niño inmaduro.

–¡¿Qué?!

—¿No lo sabes? Un verdadero samurái entiende y acepta cuando rendirse. Lee la situación y si tiene que aliarse con su enemigo para sobrevivir, entonces lo hará. No lucha en una pelea perdida, mucho menos por algo tan estúpido.

—¡No insultes mi bushido! ... Bien, voy a seguirte, pero en cuanto estemos solos tendrás a luchar contra mí.

—Lo que digas. Vámonos. -se levantó con cautela seguido de Katsuki, vigilando que no los vieran mientras huían por el lado contrario a estos.

—Para ser un bastardo tan grande eres muy escurridizo. -acusó el cenizo en medio de su huída.

—El problema aquí es que tú eres muy pequeño.

—Te cortaré. -apretó sus puños irritado.

No era suficiente el estar corriendo con un tipo que no conocía y que quería cortar, sino que además tenía que soportarlo.

—Mi nombre no es “bastardo”, soy Izuku. Se escribe con los Kanjis de “salida” y “hace mucho tiempo”, Izu-ku.

—En otras palabras, un bueno para nada. Dekunobou... Deku bastardo.

Una vena resaltó en la frente del mayor.

—Creo que podría considerar tu oferta de combate por esta vez.





•Publicado 18 abril 2022, editado 6 diciembre 2022.

Dekubaku En Edo - [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora