8.

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Tarde por la noche, Izuku y Katsuki caminaban juntos en busca de información para encontrar al padre del mayor.

—¿El barrio rojo? -pregunta el cenizo, rompiendo el silencio. —¿Podremos encontrarlo aquí?

—No lo sé, es por eso que vinimos. Además, me vendría bien algo de información extra. -responde Izuku.

—Bien... No te he preguntado antes, pero, ¿Aún lo recuerdas?

—¿Qué cosa?

—A tu padre. ¿Aún recuerdas su rostro?

—Claro que lo hago. Si no fuera así, no estuviera buscándolo. -habló serio como siempre. –Espera por aquí un momento, ya regreso. -le dijo, y antes de que el menor respondiera, entró rápido a uno de los tantos lugares que había.

Katsuki buscó con la mirada dónde sentarse a esperarlo, no quería llamar la atención, ni meterse en problemas innecesarios; tampoco quería ser cortejando por alguna de las mujeres que buscan clientes.

No tenía opción, se quedaría cerca de la entrada de donde Izuku entró, y tal vez también daría un pequeño vistazo hacia adentro, solo para asegurarse de lo que hacía el peliverde.

—¿Te va mejor aquí? -Le preguntó Izuku a la mujer.

—Bueno... No creo tener quejas. Al final de cuentas lo único que puedo hacer es vender mi cuerpo, por lo menos ahora me pagan por ello. -respondió con sinceridad la bella dama.

—Es un sacrificio lo que cualquiera tiene que hacer a cambio de vivir. -comentó. —Por cierto, quería preguntarte algo, de verdad necesito que me respondas con sinceridad y perdón si te incomoda mi pregunta, pero... Supongamos que...

—¿Supongamos que...? -repitió la mujer incitando a terminar la frase, viendo al más alto ponerse nervioso. —Izuku-san, parece que el incómodo aquí es usted.

El mencionado volteó su rostro hacia cualquier cosa que estuviera en la habitación, le apenaba tener que hacer ese tipo de preguntas; sin embargo, de otra manera, no podía darle una respuesta a Katsuki cuando este se le insinuara de nuevo.

—La verdad es que... No me atrevo a preguntar. -se dio por vencido bajando su rostro frente a la mujer que fumaba en su kiseru*.

—¿Es algo que alguien como tú no puede decir? ¿Qué podría ser? No me lo imagino.

“Ahí lo tienes, Izuku, ¿Cómo es que te das por vencido tan rápido? ¡Solo pregunta!” Se reclamó a sí mismo mentalmente.

—Algún... cliente... ¿Alguno te ha... penetrado por... detrás? -preguntó bajando la voz cada vez más.

—¿Disculpa? -asustada, dejó su pipa en el cenicero.

—¡No te lo estoy pidiendo a ti! -aclaró el ojiverde mirándola de nuevo. —... Es solamente una pregunta.

—Me estás asustando, Izuku-san, ¿Desde cuándo el akuma rōnin se pone así de nervioso? ¿Realmente eres tú?

—También estoy asustado de mí mismo. -admite. —No sé por qué, pero cuando se trata de él... no soy el mismo de siempre.

—¿Él? ¿Hablas del chico que vive contigo?

—Sí. -pone su codo contra su pierna y deja caer sutilmente su cara en su mano derecha, que está cerrada, mientras que con la otra, parece que agarra su kusanagi. —Cuando yo tenía su edad ya me había acostado con mujeres, pero eso es otro asunto. No mentiría si dijera que me usaron. Pero él... Sé que ya no es un mocoso como le digo que es, y aun así no puedo aceptar su “invitación”. Estoy al tanto de que eso debe doler como el infierno... Está bien si quieres burlarte de mí por verme preocupado, pero no quiero lastimarlo.

Dekubaku En Edo - [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora