6.

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—¿Estarás bien con eso?

—¿Con qué?

Movió el rostro de Katsuki con la mano que aún lo sujetaba, la tentación de besarlo era muy grande y no quería caer en ella, así que escondió su rostro en el cuello de este para evitarlo.

—Solo eres un niño, es imposible que te guste un hombre. -le dijo.

—No soy un niño. -replicó el cenizo.

—Lo eres en comparación a mí. -soltó ambos agarres que tenía sobre él. —Deberías irte.

—¿Qué? -aunque ahora Katsuki estaba libre, siguió sin moverse y tampoco alejó al mayor.

—Tienes un hogar, ¿No? -Izuku se apoya sobre el suelo para levantarse. —Ya te había dicho que no perdieras tu tiempo con un vagabundo como yo.

—Espera. -intentó tomarlo de la mano para detenerlo; sin embargo, el peliverde se alejó rápido yendo hacia afuera.

—Vivir contigo fue divertido, pero es hora de que abras los ojos y sigas tu camino. -hablaba mientras le daba la espalda. —Debes irte, Katsuki, continúa esforzándote por lo que blandes tu espada. Quedarte conmigo solo te va a retener.

—¿Qué estás...?

Las palabras quedaron en el aire, Izuku se fue sin decirle o dejarle decir nada más.

Tal vez el mayor tenía razón.

Katsuki aún podía sentir su ropa interior húmeda, y hace solo unos segundos estuvo a punto de hacer algo que no puede decir en voz alta.

Merecía el seppuku por tal humillación hacia su persona.

Sí, eso sería lo que hubiera pensado antes, pero ahora estaba más preocupado por lo que Izuku le había dicho y qué idea tendría de él después de lo sucedido.


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—Vaya, vaya, no esperaba encontrarlo por aquí, Akuma rounin-san.

Izuku suelta una pequeña risa media sarcástica.

—¿Así que ya estás enterada de quién soy? -le pregunta tomando asiento en el cojín del suelo de la pequeña habitación. —¿Me entregarás a los oficiales?

—No soy una bocona, mi señor. Usted ha venido aquí por mí, eso me alegra mucho.

—... Me di cuenta que tu precio es muy barato, ¿Tienes algún defecto o por qué tu costo es diferente a las demás? -cuestiona con curiosidad, su tono lo demuestra y no trata de insultar a la mujer.

—Qué descortés. A una dama no se le pregunta por su precio aunque sea una prostituta. -finge indignación para evitar el tema.

—Pensé que éramos amigos y podía preguntarte. -la sigue con la mirada por toda la habitación, la pelinegra se posa enfrente de él sobre el futón lista para quitarse su ropa. —Espera, ¿No quieres hablar un poco antes que nada?

—¿Hablar? Mis disculpas, rounin-san, pero lo de antes fue puro gusto mío, por eso no le he cobrado ni reclamado nada. Sin embargo, en este momento me encuentro trabajando, y usted ha pagado por mis servicios.

—¿Quién dijo que pagué?

—... -lo mira incrédula. —¿Cómo dice? -parpadea todavía sin creerlo. —Eso no es posible, nadie puede entrar aquí sin-

–Me colé sin que me vieran. -interrumpe. —Oh, pero no te preocupes, si alguien viene solo basta decir que no estás disponible.

—¡Pero...!

Dekubaku En Edo - [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora