—¡Aquí está! -tira sobre el suelo un futón que se ve obviamente usado. —Mierda, ese viejo realmente me hizo trabajar duro por esto, nada le costaba regalarmelo sin más. -seguía quejándose.
—No cabes en él, maldito gigante. -le dice Katsuki, quien yacía en el suelo “jugando” con la paja al no tener otra cosa más interesante que hacer.
—Eso ya lo sé, no es para mí, es para ti.
—¿Para mi? -pregunta el cenizo dejando a un lado aquel tallo seco. —¿Por qué?
—Solías dormir en un futón antes, ¿No es así? -le dice, tomando asiento al final del futón extendido. —Aunque no sea lo mismo, quiero hacerte sentir como en casa, por lo menos hasta que tu maestro regrese. Incluso si fue tu decisión el quedarte aquí...
Lo último sonó como un regaño, mas Katsuki sabía que el mayor estaba feliz porque él se haya quedado a su lado.
—Gracias, Izuku.
Ante su sincero agradecimiento, el mencionado no puede evitar sentir su corazón nervioso. Odia el calor que siente en sus mejillas por cualquier cosa que el menor haga.
—Pero, ¿Qué te hace pensar que voy a regresar a vivir con mi maestro? -camina a gatas hasta Izuku, poniéndose muy cerca del rostro de este. —Te lo he dicho antes, voy a estar contigo, y si tengo que seguirte fuera de Edo... -miró a los labios del mayor, para después regresar la vista a esos ojos que lo observaban esperando por algo, hipnotizados ante él. —Lo haré. ¿Entendido?
—Mocoso arrogante. -responde Izuku, dándole un pequeño beso. —Bien, puedes hacer lo que quieras.
Nuevamente, Katsuki ganó.
¿El qué? Bueno, no lo sabe, pero así es como se siente.—Oh, cierto, ahora que recuerdo Aya-obaasan me dijo que debíamos ir a verla. -se levanta, e Izuku le imita. —Nos hará ropa nueva.
—¡¿En serio?! -prregunta algo emocionado.
Ya había pasado un tiempo que ellos se habían ofrecido a ciertas personas de los alrededores a hacer tareas fáciles o muy difíciles, dependiendo con quién hablaban. Al cumplirlas generaban dinero que usaban para comprar comida.
El “akuma rōnin” era de hecho muy solicitado; ya que, últimamente había muchos rounins buscando robar a la gente, y nadie podía hacer nada en contra de estos a falta de fuerza y técnicas de combate... pero Izuku sí.
Usándolo como un vengador o hasta de guardaespaldas, el peli verde lograba conseguir dinero o cosas a cambio.Y Katsuki era muy buen espadachín, por lo que también era solicitado, pero no como su pareja.
Sin embargo, no todo era sangre.
Así como existen malas personas, las buenas aún no se extinguen del todo.
En especial la anciana Ayane, quien desde el principio los trató como si fueran sus propios hijos.
Y el hombre de mediana edad que no había día en que no les pidiera ayuda hasta para lo más mínimo, a cambio les regalaba comida, a veces dinero, si tenía algo que no ocupara más, se los daba; pero en realidad era típico no recibir nada de él aunque le ayudaran.
Igual Izuku y Katsuki (sobre todo Izuku) se disponían a ayudar. Tal vez el ojiverde se quejaría por ello más tarde; sin embargo, era el primero en ir al hogar de el señor Tatsugoro.Se sentían como si estuvieran viviendo su propia vida, una libre y sin dificultades.
Los oficiales habían dejado de ir a buscarlos en esa zona, aun si no era el mejor lugar, tenían una pequeña “casa” dónde quedarse, y lo más importante, se tenían el uno al otro.
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Dekubaku En Edo - [Finalizada]
Fiction HistoriqueLa guerra había terminado hace unos cuantos años atrás, entre tantos y los diversos problemas, el joven Bakugou Katsuki, un discípulo de un samurái sirviente directo del shogun, conoce a Izuku, un hombre que se autoproclama pacifista, pero lleva con...