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La cena había comenzado sin la presencia de los pensamientos de Ben. Él estaba perdido en una nube blanca de paz absoluta donde no podía distinguir que pasaba a su alrededor.

No sabía lo que le sucedía, no podía terminar de caer a la realidad. Lo único que lo mantenía físicamente en su lugar era la cálides de una mano que no era la suya. Esta mano acariciaba delineando las líneas de sus nudillos maltrechos. Ninguno hablaba era una conexión que existía tanto física como espiritualmente. Donde sea que Ben estuviera extraviado en sus pensamientos. Ana estaba con él.

Despertó a tiempo para ver como todos se marchaban de la mesa.

La apacible sonrisa de Ana lo esperaba en la tierra.

Sus labios imitaron la acción. A Ben todavía se le facilitaba aquel gesto.

- Vamos a ir a una fogata con los demás –

- Ellas no me agradan –

- A ti no te agrada nadie –

- Tú me agradas –

- Eso es porque te gusto –

- Lo dices con mucha soltura –

- Lo demuestras muy públicamente – señalo la mano que se negaba a soltar con la mirada crítica sobre sus pestañas arqueadas.

- Ana Crisol – la risita se detuvo de manera abrupta por la vos pasajera de la orientadora rubia. Desde algún extremo del lugar ella los miraba, pero Ben contenía la sonrisa divertida que le causaba el gesto de sorpresa de Ana.

- Si Isabella – contesto obediente al llamado sin voltearse, entornando acusadoramente sus ojos en Ben.

- Contacto –

- Lo estoy cuidando Isabella –

Dos minutos de silencio después la risa de Ben escapo ganándose un golpe de parte de Ana.

- Podrías controlarte – cuestiono chispeante de gracia en los ojos.

- Lo siento no creo que me sea posible –

- Eres un idiota –

Ben atisbó por el radillo de sus ojos una silueta conocida.

Sara pronunciaba cada paso de su andar con una mirada aterradora que iba dirigida a la pareja víctima de sus malos sentimientos. Ben y Ana. Lo cómico era ver como con cada redoble de sus tacones los risos de su recogido rebotaban.

- Necesito hablar contigo –

Ana la miraba con ojos bien abiertos de sorpresa se señaló a sí misma sin saber a quién se dirigía su hermana. Ella negó rápidamente sin emitir sonido y con el mentón indico claramente al sujeto detrás de ella.

Ben no vacilo en levantarse de su asiento.

Había cierto punto en que un hombre debía demostrase frente la familia de su pareja.

Ana no era su pareja aún.

Pero Ben prepararía el terreno.

Sintió por instinto que era uno de esos momentos, el primer paso. La soltó sintiendo con demasiada rapidez una frialdad que le quemo todo el cuerpo

Sara lo guio a un rincón apartado del comedor central donde no había tantas personas fisgonas. Ben podía ver el anochecer acercarse desde la ventana en la que estaban parados. Sara no se había alejado mucho apropósito, pudo adivinar Ben al final. Estratégicamente desde donde estaban, y gracias al reflejo de la ventana y a la oscuridad que proyectaba la noche. Podían ver el reflejo de la figura nerviosa de Ana observar a su dirección.

Siguiendo Tu Bella SonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora