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Ella cada día lo sorprendía más.

Aunque siempre la veía con un lápiz en la mano está era la primera vez que demostraba su talento en el dibujo ante el.

Y nuevamente lo dejaba sin palabras.

Sin embargo no desistió ,con una sonrisa animosa se decidió a invitarla a tomar ese helado.

- ¿Cuánto tiempo vas a estar en ese lugar? - ella lo ignoro y se voltio para tomar su teléfono de su mochila que no dejaba de vibrar. La observo tecleando en el y como Ben no tenía el don de la paciencia se quedó mirándola tamborineando con sus dedos - Ana - la llamo para captar su atención nuevamente.

- Desde las tres de la tarde en adelante - contestó ella rápidamente volviendo a hipnotizar a Ben con el destello de sus bellos ojos marrones.

- Jamás había visto a una fanática como tu - bromeó el entre asombrado y divertido. Ella sólo atinó a mirarlo con una sonrisa cerrada y un brillo estrellante en los ojos. - No... No te aburre - indagó tartamudeando volviendo a acomodarse en su asiento con la garganta seca y las manos sudadas.

- Si te soy sincera, la verdad es que no - contestó ella. Un pequeño riso que se había atravesado por su rostro le impidió seguir hablando. Ben se vio tentado a llevarlo a su lugar para que no le molestará. Pero antes de dejarse llevar por sus impulsos oculto sus manos en sus bolsillos impidiendo que estas hicieran lo que quisieran. Con lentitud y sin quitar su vista de el lo acomodo detrás de su pequeña oreja.

- No se que ideas tengas en tu cabeza - dijo de repente  quitándole de su  ensimismamiento - pero lo que más me gusta de los miércoles es ir a la Iglesia -

Ben noto que ella volvía a perderse en la ventana detrás de el, como lo hacia cuando estaba sola o con las demás chicas. Hábito peculiar en ella. Al observarla tan minuciosamente ya sabia que esa mirada distraída significaba que quería decir más de lo que su boca decía.

Tanto entusiasmo para el era extraño, en su cabeza no se imaginaba su perfecta figura sentada en un asiento de madera bien pulido. Completamente sola y sin ... brillo. Y se refería a ese brillo que la acompañaba a todas partes. Para el, ella era particularmente vivaz y alegre en cualquier situación. Su risa estaba impregnada en sus oídos y sus sonrisas calmaban su humor. En el silencio hasta uno de sus suspiros cansados llamaban su atención. 

Definitivamente describiría su sonrisa como despampanante. Su forma de expresarse tan tranquila lo mantenían  tranquilo a el mismo porque calmaba hasta sus más profundos pensamientos. Ella lo hacia pensar de todas maneras, cosas que antes jamás se le hubieran ocurrido.

Ahi lo encontrabas de repente hablando de Dios y la iglesia un tema poco recurrente.

Y solo porque ella se veía involucrada. Lo sorprendía por que tenia esta inteligencia tan audaz y atenta a cualquier detalle.

En otras palabras.

Ella.

Brillaba.

Adonde fuera.

Su momento de animosa charla se vio interrumpida por la llegada de uno más de sus fastidiosos profesores.

...

- Ben - grito de repente Kevin ayudándose con las manos para que el más alto le prestara atención. Ben se  sacudió sorprendido y aturdido, por consecuencia le dedico su original ceño fruncido. Su irritante voz lo había quitado horriblemente del estado de ensoñamiento en el que estaba desde que salieron del salón.

Las palabras de la hermosa morena seguían rondando en su cabeza. Su expresión apacible, su sonrisa mansa y sus ojos inocentes. El le había preguntado puras estupideces y ella había respondido con sinceridad y calma.  Se descubrió otra vez  pensando en ella. 

Siguiendo Tu Bella SonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora