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 Ella era Hermosa.

Corrección ella era peligrosa. Su sola sonrisa era capaz de destruir las barreras de su corazón.

¿Cómo podía escapar?

¿Cómo querer escapar de ella sin alejarse de ella?

Tenia sentido aunque sea esta pregunta.

Esto se estaba volviendo cada vez más complicado.

Un hormigoneo recorrió la parte de atrás de su nuca. Se voltio y de reojo noto la mirada afilada de su abuela que alargando el cuello, le hizo señas para que dejara a Ana pasar a sentarse. De súbito su hermana recorrió el estrecho espacio entre las silla y salto a los delicados bazos de ella. Una completa extraña hasta ese día.

Ni con su hermano Lizzy se había mostrado tan cariñosa. Se movió lo suficiente para que ella pasara y tomara el asiento libre a su lado.

 Su abuela extrañamente le sonrió. Con ... ¿amabilidad?

Ella no era únicamente peligrosa para el sino para toda su familia también.

Cuando se sentó a su lado inocentemente cometió el error de rosar sus brazos. Como si hubiera tocado una corriente eléctrica, sintió como una chispa extraña lo recorría. Por unos mini segundos se observaron y luego desviaron la vista. Lizzy jugueteaba con los rulos del cabello de Ana sin prestar atención al ambiente incomodo que había a su alrededor. Ben trato de respirar lo menos posible pero cada vez que sus pulmones buscaban aire sus sentidos olfativos percibían el exquisito aroma del perfume de su compañera. Trato de olvidarlo, pero su cercanía lo hacía difícil.

 Mirándola de reojo noto que su atención estaba puesta únicamente al frente del escenario. Dándole curiosidad Ben desvió la vista y vio el momento justo en el que el presentador bajito de barba oscura, descendía del escenario entre aplausos hacia las cortinas a los lados del escenario.

Aplausos y murmullos acompañaron la entrada del segundo sujeto que veía que se paraba en la primera plataforma del escenario. Aquel era un hombre bastante particular para Ben. Su estatura era medianamente alta para el promedio y su contextura era robusta. Las arrugas en sus ojos indicaban que era un hombre que sonreía muy a menudo. Como ahora.

Llevaba traje elegante y una camisa en la que entrarían dos hombres, que casualmente combinaba con todo el ambiente. Llevaba zapatos de un color bordo brillantes. Su pelo castaño algo largo iba peinado correctamente hacia atrás. Cualquiera que lo viera por la calle pensaría que era hombre común y corriente. 

Pero sus ojos. Eran parecidos a los de Ben. Grises. Ojos de tormenta. Por alguna razón tal recibimiento de la gente provoco un escalofrió en Ben. Sus ojos le decían.

Escúchame.

La multitud ceso en el momento justo que el hombre tomaba el micrófono. Por un breve instante  aquel hombre alzo la vista y dirigiendo una fuerte mirada a su alrededor , provocó que el silencio se extendiera por toda la sala en breves segundos. Sus ojos cayeron en Ben por un pequeño instante, pero rápidamente volvió a mirar a todo su alrededor.

- Bienvenidos mis hermanos a una noche más que Dios nos regala para pasarla juntos. Primero que nada, quiero darle la bienvenida también a todo aquel que de la manera que sea encontró el valor para entrar a la casa de Dios –

Ben por una milésima de segundo se sintió tocado. No era posible que aquel hombre de pequeños ojos con tan poca iluminación los allá observado desde su lugar. Desvió su vista y vio que Ana sonreía. Su mano se posaba tranquilamente sobre el estómago de su hermana mientras que la otra descansaba despreocupadamente sobre el posavasos de la silla. La tentación de atrapar su delicada mano con la suya lo invadió por lo que volvió rápidamente su atención al hombre en el escenario.

Siguiendo Tu Bella SonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora