π ο υ λ ί

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πουλί (poulí)= Ave.



El escenario se ambientó para poder hacer uso de las telas. Eso fue lo que Shannon le dijo. Y aún quedaban cerca de cuatro horas para que La Jaula de las Locas se abriera y diera paso a otra dura jornada. Y Capitán debía de dar nuevamente espectáculo para poder ponerse al corriente con sus faltas.

El escenario de aquel burdel es un espacio extremadamente grande y con la capacidad de poder poner el sistema de poleas y ganchos para las telas de gimnasia. Así que fueron ambientadas para Johnny. Unas telas de color negro y blanco, sin más. Se atavió con ropas adecuadas y brea y se acercó hasta las susodichas.

Pasó su mano por la textura y las observó con nostalgia y sumo anhelo. Dejando que corrieran a través de su adolorido cuerpo. Pero no importaba el dolor físico, porque él debía seguir trabajando. Y tenía que reponer muchas horas, así que no quedaba de otra más que hacer aquel sacrificio. No importaba la noche anterior llena de sexo. Esa noche debía de dar un buen espectáculo sobre las telas. Las tomó y se balancea por el escenario, buscando en sus recuerdos una rutina que llegó a aprender de más joven, y que no implique tanto esfuerzo.

Cerró los ojos y dejó que la música de ambiente que puso Shannon invadiera su cuerpo. Que llene todo el vacío que quiere sucumbir ante sus lamentos. Que aquel inevitable nudo de la garganta desaparezca, que, por un mínimo instante, todo el mundo se esfume. Se colgó y voló el blondo. Comenzó una pequeña rutina que siempre le gustó.

...

El joven Johnny era el único alumno restante de aquella academia de baile. Su madre estaba arreglando unos asuntos con una madre de sus niñas alumnas en el piso de abajo. El escenario era todo suyo en esos instantes. Johnny tomó en cada mano una tela y trepó. Subió hasta la cima, enredando en su cuerpo la tela de tal manera, que, al dejarse soltar, girase hasta el suelo. Se detuvo a unos cuantos centímetros de suelo y sonrió lleno de dicha. ¡Lo había logrado! Tanto esfuerzo y prácticas y por fin le salió. Saltó, rio, gritó lleno de júbilo. Johnny, en esos instantes, se sintió muy grande. Como si el mundo no fuese suficiente para su dicha.

A pesar de cualquier circunstancia, él estaba feliz de su logro. Rio y se dejó caer en el suelo, permitiendo que los bordes de las telas jugasen con su delgado estómago. Johnny, rojo del esfuerzo y ejercicio, estaba siendo extremadamente feliz.

Su madre llegó. La mujer abrió la puerta. Johnny se levantó, listo para demostrarle a su mamá lo que había logrado. Se acercó a ella y con su voz infantil: le pidió que le mirase hacer su nueva acrobacia. Se alejó y, cuando estaba listo para ejecutarla para su madre, ella le dio la espalda y siguió haciendo otros menesteres. Johnny bajó la mirada y se le ocurrió algo. Fue hasta el reproductor de música y puso algo que hiciera ambiente, subió el volumen y se posicionó nuevamente. Él tenía la esperanza de que su madre voltearía de casualidad y lo vería logrando su nueva acrobacia. Su deseo mayor es ser su orgullo en algo. Ver en los ojos de su madre la dicha de decirle hijo. Que le felicitara, que le diera un cariño puro como los que ve en la televisión. Johnny quiere ser querido como los demás niños, quiere ser visto con orgullo. Y presentía que este logro le ayudaría en ello.

Lo hizo nuevamente. Y lo logró. Cuando cayó, Johnny estaba de espaldas a su madre y se dio la vuelta. Para encontrarse con que su madre miraba de vuelta. Johnny esperó una reacción, la que sea. En el fondo, el pequeño niño quería que su mamá se agachara y le abriera los brazos. Extrañaba los abrazos. Extrañaba la atención de su madre. Aunque, en realidad, él ya no recordaba si alguna vez la tuvo más allá de la disciplina del baile. Y todo lo que recibió fue un "Mejora tu aterrizaje, es deplorable si quieres ser de alto rendimiento".

La Jaula de las Locas. (LawRusso) [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora