Υ π ό σ χ ε σ η

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Υπόσχεση (Ypóschesi)= Promesa.


Advertencia: contenido de escenas sexuales explícitas.

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Johnny sentía la adrenalina corriendo por sus venas. Un fulgor poderoso que incendiaba todo su cuerpo con fuerza y una terrible incertidumbre. Sí, en definitiva, Johnny se sentía desorbitado y nublado por lo que sea que vaya a suceder después de su presentación.

Todo aquel que vio el show aéreo del rubio no podía negar lo maravilloso que hizo aquello. Su fuerza y la manera en que sus largas piernas se tensaban y presumían su exquisita anatomía. Johnny había ascendido en nivel con aquella presentación. Johnny no tenía idea de todo lo que había provocado en los demás. Él sólo se dedicó a hacer su arte como bien sabe hacerlo, bajo la máscara de la lujuria y las sonrisas falsas que encandilan a los comensales.

Sin embargo, Johnny sabía que debía ser seductor solamente con quien debe de cazar. Debe atraer como luz a la polilla a aquel que sea de su mínimo agrado. Y el señor LaRusso es todo lo que Johnny desea. Le duele mucho, claro que le lastima a fuego vivo tener que desear tanto al Señor LaRusso. Pero, al sentir su tacto bronceado y oler su hipnótica colonia, Johnny perdía los estribos como nunca imaginó que lo haría. Oler de su Señor LaRusso era como inhalar la droga más poderosa con la que jamás imaginó topar. Sabiendo que se estaba volviendo adicto. No puede evitarlo, es todo lo que le queda, aferrarse a ese pequeño deseo para que, cuando acabe su infierno, tenga una mínima razón para seguir vivo. Sentir su piel y su calor cada día de su vida. Johnny solo pedía un poco de amor por más que lo niegue. Está solo, y ya no podrá soportarlo más.

En la suite paralela a donde Mike y Chozen se fundieron en las fauces de su propio infierno pasional, Daniel y Johnny se encontraban empezando con el preludio a lo que sería una nueva noche entre el ingeniero y el roto bailarín.

Habían tardado en subir a su habitación pues Daniel no dudó en preguntar por un servicio especial después de ver la majestuosidad y habilidad de su rubio puto. Claro que le salió un poco más caro el costo de su renta; pero realmente no le importa. Quería experimentar todo lo posible con ese rubio antes que todo termine y de su sueño no quede más que cenizas hasta perder con el soplo del olvido. Esa noche, Daniel bebería como nunca de Johnny. Le haría delirar tanto como le gusta hacerlo. Le haría ver el cielo a través de sus embistes.

Sentía el calor y cuando abrió la puerta y vio que ya todo estaba ambientado para lo que sería la mejor noche de ese rubio. Pues en el centro de aquella estancia estaban ambientadas las telas aéreas de color rojo y azul. Johnny, al ver aquello se sorprendió; ¿qué estaba planeando su Señor LaRusso? No pudo ahondar en sus pensamientos (como suele hacerlo cuando se pone nervioso) pues Daniel tomó su mano y se adentraron en aquella habitación.

Johnny no pudo evitar sonrojarse al sentir sus dedos enredados con los de Daniel, esa calidez le daba tanto miedo. Se dirigieron a la pequeña sala y el Señor LaRusso se sentó, para esperar que Johnny le ponga enfrente el contrato y puedan beber unas cuantas copas, Daniel aún tenía sed de alcohol y tal vez algún afrodisíaco para avivar aquel encuentro. Así que, en menos de cinco minutos, Daniel firmaba los papeles con Johnny sentado en su regazo. Después, ambos tomaron de sus copas aquel líquido oscuro y dulzón que es el Merlot. Sintiendo cómo el líquido pasaba por sus gargantas, quemándoles suavemente. Era ameno y rico. Además que su cercanía les llenaba de un júbilo mudo que sólo encendía más los anhelos.

Johnny terminó su copa y la dejó en la mesita en frente de él. Sonriendo como sólo él sabe mentir, se abrazó al cuello de LaRusso y comenzó a dejar besos en la oreja y cuello de su Señor LaRusso. Éste, sin separar sus labios de su copa, sonrió divertido. Le pareció adorable el comportamiento de Johnny. Se preguntaba, ¿qué actitud tomaría hoy?, ¿la de un ángel o la de un demonio? No estaba seguro, pero tenía fe que resultaría muy ameno aquello. Quería disfrutar, así que terminó de beber y pasó sus brazos por la cintura de Johnny. Se miraron a los ojos y Daniel vio de nuevo aquella cortina de humo que esconde al difícil chico con el cual debe de lidiar si quiere que todo a pedir de boca.

La Jaula de las Locas. (LawRusso) [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora