eins

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El mundo es injusto.

¿Y eso qué tendría de nuevo? Los fuertes dominan al más débil, así es en los animales y así es con los humanos.

El más débil debería de resignarse a su miserable existencia, solo siendo acosado por otros y rogarle a algún Dios falso que cuide de él.

-El mundo sería perfecto si pudiéramos aceptar esa realidad. ¿No lo crees Ieiri?-

Los betas son seres que pueden ser débiles o ser como ella: una beta que puede intimidar y protegerse de otros,es fuerte, y eso me gusta.

-No me interesan tus ideales Satoru, me gusta como es el mundo, y ahora cállate.- Su voz sonaba molesta, y tal vez un poco irritada. ¿El sol le molestaba, o no había dormido?

-¿Suguru?-Cambié mi atención de la beta al moreno parado frente a la banca en las que nos encontrábamos

-Los fuertes deberíamos de proteger a los débiles, solo resignarse en esta vida por el poder que tenemos no es una forma de existencia muy agradable, Satoru.- Su horrenda, dulce y amable voz, solo logró molestarme

Los omegas son seres odiosos, al igual que los alfas tienden a dejarse llevar por sus instintos. Los alfas tenemos instintos que nos hace agresivos cuando las cosas que amamos están en peligro, los omegas en eso son iguales y muchas veces suelen ser más peligrosos,pero tienen la necesidad de cuidar a cualquiera que perciban débil, es repugnante.

-Sabía que no lo entenderían,.- Me levanté de mi lugar, golpeando con el hombro a Suguro, causando que se desestabiliza

-Geto no ha venido- 3 días después de nuestro pequeño intercambio de ideales, el cual no salió bien, nos encontrábamos reunidos en el patio frente al edificio donde tomaríamos clase

Pobre Ieiri, buscando a Suguro hasta debajo de las rocas, tal vez le agrada un poco nuestro compañero, por mi nunca reaccionaría de esa manera, seguramente me dejaría morir solo en el lugar en que hipotéticamente me encuentre.

-Satoru, ayúdame. ¿Acaso no te preocupa tu amigo?-Suguro no suele desaparecer, siempre era el primero en estar presente a la clase, siempre con una molesta aurora de felicidad.

-Realmente no lo hace, te lo dije, los débiles deberían de-

Y se fue, mi linda y agradable compañera me había dejado. ¿Qué los adolescentes de hoy en día no sabían lo que era respeto?

Claro que sé dónde estaba Suguro, todo su asqueroso aroma a jengibre con limón y menta está esparcido por la escuela. Seguramente en este momento estará revolcándose en su cama sintiendo calentura, su cuerpo débil y deseoso de un alfa para llenarlo.

Todos los omegas tenían el mismo aroma asqueroso. Se supone que son dulces, el aroma es el reflejo de su alma, pero sin importar cuantos omegas e conocido sin importar si son hombres o mujeres, no logro percibir aquel aroma dulce y solo puedo sentir náuseas al estar con ellos.

-Como si algún estúpido omega pudiera hacer que el gran Gojo Satoru se preocupe por el- Solte al aire, solo el podría oír mi promesa

-¿Así que el pobre omega se está entregando a un desconocido, mientras nosotros estamos trabajando?-

(Recuerdan que Ieiri había buscado a "nuestro amigo", pues lo encontró dos días después.)

Toda la rabia subía por mi cuerpo, la beta y yo estábamos arriesgando nuestro pellejo para que él pudiera complacer a su lado animal. ¿Nadie se da cuenta que los débiles estorban?

Acepten que todos los inferiores sirven solo para complacernos, ese tonto Dios al que tanto le rezan no existe, los únicos que podemos hacer que su vida se pacifica somos los fuertes, seria fantásticos que nos empezaran a suplicar.

-Satoru, eres el hechicero más fuerte que hayamos tenido, posees tres técnicas que son características de tu clan, y eso te vuelve superior a cualquiera de nosotros, pero tu fuerza no es para protegerte a ti mismo-

Cada cierto tiempo terminaba solo en el salón con el profesor Yaga, escuchando como trataba de cambiarme, ¿No se supone que nos tienen que aceptar tal como somos?.

-¿Entonces que se supone que proteja?- Suspire, moviendo mi cuerpo un poco con ayuda mis talones para evitar que se notara el fastidio que provocaba esta conversación

-Puedes iniciar con tus amigos-

-Hola omega. ¿Te divertiste en tu celo?-Suguro regreso dos semanas después, el celo de los omegas duran entre cinco días a una semana, pero solían descansar, al menos lo doble.

La cara del moreno estaba roja completamente, parece que toque un punto sensible, pero prometí ya no jugar con sus sentimientos. Aunque no estoy jugando, solo satisfago mi curiosidad y eso no es malo.

-¡Satoru déjalo!- Ieiri como siempre llegando al rescate del moreno, e hiriendo mis sentimientos con sus gritos.

-Perdón, solo sentí curiosidad, es que el rechinar de la cama y el golpeteo de la cabecera contra la pared se escuchaban hasta mi habitación.-Una risa escapó de mis labios.

¿Cómo le podía quitar esta alegría a mi vida? Burlarse de la desgracia ajena es lo mejor. Tal vez igual que ver a una beta sufrir bajo un alfa en celo.

-No lo escuches Geto, mejor vayámonos antes de que Yaga-sensei venga-

Y los meses fueron pasando, actué justo como Yaga me lo había pedido, me volví cercano a Suguru e Ieiri, sigo teniendo aquella postura sobre los débiles, pero ya no voy predicando como si fuera una religión.

Encontré un mejor objetivo al cual molestar, un beta de carácter pasivo, que solo tartamudea. Suguru seguía revolcándose con el mismo tipo e Ieiri entraba cada vez menos a clases. Somos un trío algo particular.

Sin embargo, casi al terminar el verano, el aroma de Suguru comenzó a cambiar, su aroma a té se mezcló con miel, ya no era del todo insípido, solo tal vez me atrajo un poco.

Con el tiempo su aroma se volvía más dulce, su aroma dejó de ser té, parecía un pastel de fresa cubierto por mermeladas dulce y ácida, el estar cerca de él provocaba en mi el querer comerlo.

-Suguru.-Gruñi su nombre, aquel nombre que odiaba tanto.

Sentía el veneno en mis colmillos quemar mi lengua, el aroma se volvía más y más fuerte. Sentí calor en mi cuerpo y mi entrepierna comenzaba a alterarse.

Trate de recostarme en la cama, pero algo dentro de mí se sentía inquieto, solo quería salir de las malditas cuatro paredes que representaban mi dominio, correr sujetar al dueño del aroma y encargar mis dientes en su cuello.

No podía luchar contra mis deseos, salí de la recamara, sujetando las paredes para poder seguir, mi cordura se veía lejana, lo único por lo que seguía moviéndome era por instinto.

-Tu aroma.-Justo delante de mí se encontraba el omega al que tanto deseaba
















Ya saben que yo como escritora soy pésima, pero enserio necesitaba un Goyuu demasiado incorrecto. Pero no saben lo mucho que me voy a divertir escribiendo este fic.

Este fic va a ser algo lento en desarrollarse, por ciertas cosas con las que me gustaría jugar a lo largo de la historia, pero enserio espero que lo disfruten 🤤

También perdón, por  los capítulos cortos, pero después de 800 palabras mi cerebro deja de funcionar y ya no narro bien

¡Papi!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora