Vierzehn

2.9K 256 28
                                    

No tardó en sentir agrado por los niños que conoció el primer día, Ozawa era una niña con su misma edad, por obvias razones, al igual que él no había presentado su género secundario. Okkotsu era dos años mayor que ellos y un alfa recién presentado, ya tenia un aroma, a diferencia de los otros dos que seguian con el olor lechoso de su madre, Megumi podria describir el aroma del alfa como tierra mojada, no era desagradable, pero tampoco era algo que le gustara del todo, sin embargo habia otro aroma, un poco mas dulce ¿Tal vez fresa? Definitivamente ese aroma le atraía y causaba calidez en su interior.

-No es mío-Caminando a su lado Yuta hablo, Megumi se sonrojo, había sido demasiado obvio que olfateaba el aroma que desprendía su compañero-Es de mi futura pareja-

Fushiguro solo asintió y continuó su camino dirección a su salon, era temprano por la mañana, Satoru había cumplido su promesa, lo llevaba temprano a la escuela y al salir el idiota ya se encontraba esperandolo. Gracias a eso había comenzado a llamar la atención, algunos omegas se emocionaban con lo buen padre que era.

Okkotsu siguió hablando del excelente compañero que había encontrado, en sus palabras era un pequeño rayo de luz que siempre buscaba el bien de los demas, aunque a veces se olvidaba de él mismo, razón por la cual enfermaba tanto y pocas veces iba a la escuela.

-Espero se recupere- Con la misma formalidad de siempre el menor respondió. El alfa solo le sonrió agradeciendo por sus buenos deseos y continuaron.

Llegaron al salón de Megumi, su corazón se detuvo, todas las emociones que guardaba comenzaron a fluir como pequeñas lágrimas, no podía moverse, por eso es que le agradaba tanto el aroma de Okkotsu. Su pequeño amor se encontraba delante de él.

-Fushiguro, te presento a mi futuro omega, Itadori Yuuji- Acercándose lentamente al pequeño durazno, rodeo el cuerpo contrario en el abrazo más cálido que pudo transmitir, igual a aquellos que su madre le regalaba por las noches en las que dormir se volvió imposible. No pudo evitar sonreir, agradeciendo que el omega no se alejara de su tacto-Yuuji-kun el es nuestro nuevo amigo, Fushiguro Megumi-

-Lindo nombre Megumi- El niño de cabello rosa acarició su cabello a modo de saludo, algo extraño viniendo de un omega tan joven como él, sin embargo lo ignorará, necesitaba el mayor contacto posible para asegurar que su felicidad no fuera solamente una ilusión. Necesitaba convencerse que su durazno estuviera a salvo como siempre anhelo.

Sin saber cómo, su cuerpo se movió solo, sujeto al omega con más fuerza de la necesaria, la necesidad de eliminar cualquier pequeño espacio entre ellos le picaba en todo su ser, solo un poco de calor sería suficiente. ¡No! Lo quería para siempre, sentirlo hasta que volviera a desaparecer de sus brazos, hasta que su cruel familia decidiera que la existencia de Yuuji solo fue una ilusión.

-Soy realmente feliz de conocerte-

Y sin saberlo comenzó a pasar más tiempo con el trío de amigos que acababa de conocer, disfrutaba la compañía de todos, pero en especial la de Yuuji. Estaba seguro que no recordaba el rostro de su hermano, solo su cabello rosa y el extraño aroma de fresa y duraznos que desprendía. Pero sabía que era él, era el niño que su familia aseguraba nunca existió, y ahora lo disfrutaría solamente él.

Satoru se echó a reír, todo estaba saliendo bien. Su adorado y ahora hijo favorito había salido en compañía de los dos niños que había conocido el primer día, la niña no tenía nada de interesante o algo que llamara su atención, sin embargo el mayor despertó su interés, un alfa joven recién presentado, desprendía su característico aroma de alfa acompañado con un tono más dulce, el cual probablemente sería de su pareja.

-Hola niños, soy el padre de Megumi, gracias por cuidar de él- Los niños le devolvieron el saludo, y sin decir más se despidieron de padre e hijo.

-¿Cómo te fue?- Megumi lo ignoró como siempre, y no podía importarle el niño que se vio obligado a adoptar. No lo necesitaba, y no quería nada de él, solo necesitaba un insignificante pedazo de hoja que resguardaba su mochila.

¡Papi!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora