Neun

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Sendai no es diferente de Tokyo, las luces de su ciudad deslumbrantes, maravillando a cualquier turista, el ruido acogedor y familiar para los que estamos acostumbrados a esta vida llena de cosas por hacer y sin tiempo para todas.

Pero tenía que seguir llegar a la dirección que Shoko amablemente me había compartido hace más de 20 minutos, necesitaba que Yuuji desapareciera de la vista de cualquier hechicero que pudiera reconocernos. Y aunque me doliera, necesitaba que mi Yuuji se alejara de mí.

Cargando a mi pequeño camine fuera de la estación cubiertos por una chamarra color negro, el cielo ya no tenia su color azul claro y la estrella mayor ya no se encontraba en nuestro rango de vista. Le realice la para a un taxi, que mostró un a mirada de desconfianza hacia mi persona, tal vez porque ocupaba lentes de sol en la noche y cubría mi cabello blanco con la capucha de la chamarra, pero eso no me preocupaba en este momento.

-Si llega en 20 minutos a esta dirección le pagó el triple del precio establecido-Ofrecí ocupando mi voz de mando, si tal vez el chófer no tenía opción y el realizar esto no era su voluntad, pero iba a ganar el triple, además si veo que comete algún acto que conlleve una multa juro que le voy a dar el doble del valor de la sanción.

No pronunció palabra alguna, volvió su mirada al frente y pisó el acelerador hasta el fondo. Llegamos a nuestro destino en 19 minutos, sin ningún accidente y con yuuji aún dormido. Lo tengo que admitir, era un conductor muy bueno, y no solo tengo la intención de pagar lo que le prometí, le voy a dar 2,000 dólares y cien extras por no molestar a mi fresa.

Bajamos del taxi, agradecí el servicio y gire para encontrarme con la casa del abuelo de Yuuji. Era una casa sencilla que lucía un poco oscura para mi agrado, tal vez para yuuji seria difícil vivir en un lugar así,el esta acostumbrado a la mansión del clan, rodeado de árboles, con sirvientes a su servicio, con todo lo que él pudiera desear, y lo tengo que alejar de todo lo que merece por culpa del omega que se hace llamar su madre, por culpa de su estúpido ideal.

Me acerqué a la puerta sintiendo ansiedad de no saber qué va a pasar con nosotros una vez que toque el botón. "¿Y si no lo acepta?" Demasiadas preguntas comenzaron a formarse dentro de mí, tenía miedo de que mi única esperanza de mantener a Yuuji fuera del mundo de la hechicería lo rechazara. Me quede inmóvil durante un par de segundos, sujetando fuertemente el cuerpo que descansaba sobre mi pecho.

-¿Se le ofrece algo?- La voz rasposa de un hombre a mis espaldas logró sacarme de mi burbuja mental. Era un anciano bajito que mantenía una expresión de molestia, y en sus manos cargaba bolsas de plástico con verduras y víveres dentro de ellas.

-Solo si usted es Wasuke Itadori- Retire mis lentes y lo mire directamente a los ojos.

El dueño de la casa suspiro permitiéndonos entrar a su residencia. Ambos nos acomodamos en la sala, sentados uno enfrente del otro y el ambiente comenzó a sentirse pesado, ya que sus ojos no se apartaban de mi persona.

-¿Y vas a presentarlo?- Parpadeo confundido con aquella pregunta, se me había olvidado completamente el descubrir a Yuuji, pero aun no confiaba en el anciano, mi instinto pidió el acercar aún más a mi pequeño, un pequeño gruñido salió de mi garganta y presente los colmillos durante una milésima de segundo.

-Perdón- Agache la cabeza mostrando mi arrepentimiento por dejar que mi instinto me dominará. Desabroche la chamarra permitiendo que la cabeza de yuuji quedará expuesta.

-Se parece a el-Susurro quedamente el alfa de cabello gris-Se a lo que vienes-

Realizó una pausa para mirarse las manos.-Mi hijo se llama Jin Itadori, al igual que yo es un alfa- Dejó escapar una pequeña sonrisa, que oprimió mi corazón, se sentía triste, su aroma lo delataba-Hace casi dos años conoció a un omega de cabello negro, según el era el omega mas hermoso que jamas haya visto, pero su aroma era agrio, estaba triste- "¿Suguru es un omega lindo?" Gracias al relato que el anciano me contaba, pude concluir que el omega que Jin conoció era mi esposo, aunque su aroma en aquella época no era agrio, era picante y molesto.

¡Papi!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora