Criar a un cachorro era demandante, Suguro había olvidado cuando fue la última vez que durmió ocho horas, pero valió la pena. Aunque a veces el omega de Suguru presentaba un poco de rechazo por su pequeño, y comprendía al animal, el no deseo tener a Yuji; para cuando se enteró de su estado era demasiado tarde para interrumpir el crecimiento del feto.
Pero aquí estaba, adorando al pequeño que comía de su pecho. Podía sentir los labios del menor sobre sus pezones, succionando ligeramente de ellos para poder conseguir leche. Y no pudo evitar sonreír.
-¿Y tu Satoru no quieres un poco?- La voz de su amiga lo sacó de su ensoñación. No se había percatado que su esposo y su madrina de boda se encontraban en la habitación,-Todos los alfas deben de alimentarse de la leche de sus omegas-
-¿Y por qué yo quería hacer eso?-El rostro del alfa mostró indignación.
-Ya sabes, los cachorros no suelen consumir toda la leche que produce la madre, entonces sus parejas están obligados a tomar el resto-Respondió Shoko como si dijera la cosa más obvia del mundo.
Y es que lo era, pero parecía que el gran Gojo Satoru con esfuerzo sabía algo sobre el subgenero omega. Y si lo pensaba tenía sentido, Satoru siempre repudió a los omegas, hasta que lo conoció a él.
-Vamos Satoru, puedes tomar junto a Yuji- El omega subió más su playera negra, mostrando el pezón que su cachorro evitaba con mayor frecuencia.
-No gracias, prefiero esperar a que Yuji termine- Suguru sintió un pequeño ardor en su cuello, no dolía lo suficiente como para dañarlo, pero si le incomodaba y sabia a que se debía, pudo sentir el dolor físico del ser rechazado por su pareja.
-Oh-Soltó triste el omega.
-No no no no, no es que no quiera, solo que parece que la leche del otro pezon es mas deliciosa, eso lo puede confirmar nuestro niño-Respondió Satoru nervioso. Al igual que suguru pudo sentir el dolor de su pareja, a Satoru no le dolió, lo pudo percibir gracias al aroma que desprendía el contrario, y por el golpe que recibió por parte de Ieiri, bueno tal vez si le había dolido un poco.
Yuji rápidamente dejó de sentirse satisfecho solamente con leche, y las habilidades culinarias de Suguru tuvieron que mejorar, al principio era demasiado difícil el solo poner a cocer las verduras y frutas sin que la olla terminará con agua quemada, físicamente suena imposible que que el agua se queme, pero lo era, las ollas terminaban con una especie de cosa negra pegadas a ellas y lo que cosía tenía un sabor ligeramente a quemado, aunque Yuji lo podía percibir y por ello no las consumía en su totalidad.
Cuando pudo realizar una papilla de manera correcta, Yuji quería más, sus dientes comenzaban a brotar y la incomodidad en sus encías sólo podía ser calmada con cosas frías, pero no podía darle paletas con exceso de azúcares ni nada que no fuera natural.
-¿Y si congelas la papilla?-Mencionó Satoru, mientras cargaba con el pequeño cachorro, el cual jugaba con el cabello blanco de su padre.
-Puede ser, aunque me preocupa un poco la textura-El omega siguió revisando su celular buscando alternativas-Y ya no tengo tanta leche para hacer paletas-
-Pero mi precioso Yuji no come tanto, puedes hacer solo una-Yuji sujeto su cabello con un poco más de fuerza y comenzó a tirar de los mechones.
-¿Que tu lindo Yuji no come mucho?-Suguru soltó una risa ligera-¿Hablamos del mismo cachorro?-
-Bueno cuando le doy pastel no suele comer mucho, solo la mitad de la rebanada-El alfa por fin pudo liberar su cabello de las pequeñas manitas, aunque el niño se esforzaba por alcanzarlo y poder seguir divirtiéndose.
-¿Qué tu qué?-
Y por fin Yuji había cumplido un año, ya formaba unas cuantas oraciones que aunque no fueran de manera correcta se podían entender.
-Mamá ¿papá dónde?-Preguntó el pequeño con los ojos llorosos, y es que Satoru había salido a una misión donde tenía que permanecer una semana lejos de Tokyo. Y para el cachorro era difícil alejarse de su padre favorito, porque si, Satoru era el favorito, tanto que su primera palabra estaba relacionada con el alfa.
-Papá volverá pronto-Suguru soltó un poco de su aroma y acercó al pequeño a su cuello.
-Pero jugar quiero-Las lágrimas del pequeño comenzaron a deslizarse y cayendo en el hombro del omega.
-¿Quieres jugar con mamá?- Preguntó con voz ligera, recibiendo una negación con la cabeza por parte de su cachorro.
-¿Y con Nanako y Mimiko?-Yuji se alejó del cuerpo de su madre mostrando sus ojitos llenos de ilusion.-Entonces vayamos con ellas-
El omega camino junto a su pequeño por la mansión Gojo, buscando a las pequeñas que recientemente había acogido bajo su tutela, ambas niñas poseen habilidad en el mundo de la hechicería, y solo eran dos años mas grandes que su cachorro.
Cuando las encontraron, Nanako se encontraba sobre la pequeña Mimiko la cual no ponía resistencia alguna contra los juegos de su hermana rubia. Ambas tenían una personalidad diferente, Nanako tenia mucha energia, le gustaba jugar un poco pesado y cuando tenía a Yuji al pequeño le resultaba difícil seguirle el paso, así que pasado un tiempo buscaba a su madre para poder dormir, mientras Mimiko tenía una personalidad más pasiva, cuidaba de Yuji como si fuera una segunda madre. Todos sus hijos eran importantes para él, pero Yuji aún era frágil y necesitaba mayor atención.
-Madre- La pequeña pelinegra se levantó un poco cuando percibió el aroma de Suguru, Nanako volteo confundida, brincando lejos de su hermana cuando sus ojos de encontraron los negros de su madre.-Veo que trajiste a Yuji-
-Si, se siente triste por la ausencia de su padre y ¿Quería ver si podían jugar con él?-Suguru bajo a Yuji colocando el suelo, el cachorro ya caminaba y podía quedarse junto a su madre, aunque no por mucho tiempo.
-¡Claro!- Nanako se puso delante Yuji, lo sujetó de la mano y se lo llevó con ella fuera de la habitación en la que se encontraban.
Mimiko se levantó y caminó con calma en la dirección en la que estaban sus hermanos.
-Madre usted irá con nosotros- La pequeña se quedó un rato dónde está su figura materna, junto a la persona que le daba tranquilidad.
-No querida lo siento, tengo que salir un rato, los sirvientes los cuidaran-El omega acaricio los cabellos negros de la niña, para despues darle un pequeño empujon en su espalda e insitarle que continuara.
Cuando Satoru regresó se encontraba herido, tenía sangre, y todos los que pudieron presenciar el estado del hechicero pensaron lo mismo "¿Los dioses podían sangrar?"
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¡Papi!
Fanfiction-Tu aroma.- El alfa gemía excitado, su cuerpo poco a poco cedía a su lado animal. Sus ojos azules miraban a su presa, tan hambriento, tan delicioso. -Es diferente.-El moreno rápidamente entró a su habitación cerrando la puerta evitando que el alfa i...