Un suceso inexperado cambia el mundo de la Cultivación.
Atrapados en el lugar que todos temen y desprecian verán el futuro de una de las personas que unos conocían como inocente mientras que otros lo verán como el enemigo.
Y solamente una persona l...
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En las afuera de los Túmulos Funerarios, el grupo de Cultivadores de las diferentes y cinco grandes sectas se encontraban en la carpa principal debatiendo el problema gravísimo que los acarreaba a estar reunidos en ese momento.
—Entonces, resumiendo.— habló QingHen-Jun parado con su postura recta.— Todas las armas que se usó desde las espadas, flechas y catapultas no han logrado romper ese escudo.
—No les hizo ningún rasguño, Líder de Secta Lan.— habló el discípulo principal de la Secta Nie.— Ni los inventos de Madam Wei.
El ambiente fue aún más pesado lleno de resignación, de dudas y de preocupación.
¿Quién hizo ese escudo?
¿Un Cultivador Demoníaco?
¿Por qué los Túmulos Funerarios?
¿Por qué capturarían a los Líderes de Sectas?
Y principalmente, ¿Ellos estaban bien? ¿Estaban a salvo?
¿Cómo sobrevivirían?
Debían hacer algo pero... ¿Qué? ¿Que podían hacer ante este problema que no tenía ni pies ni cabeza?
Wei Wuxian tenía su mirada en el centro de la mesa donde había unos planos que demostraban desde cualquier ángulo lo grande que abarcaba ese escudo a los Túmulos Funerarios. Literalmente, sí lo observaba bien, se parecía al escudo de Yunmeng Jiang que hacen los discípulos mayores como entrenamiento, para demostrar la rapidez y la fuerza del escudo ante algún futuro posible ataque. Obviamente, recordaba perfectamente que a Madam Yu no le había gustado para nada esa idea ya que pensaba que era demostrar sus puntos débiles ante algún futuro espía en su secta, donde claramente insistió en que no se hiciera esa propuesta que dio su madre, que fue apoyada por su padre, mano derecha del Líder y, al final la decisión de Jiang Fengmian que lo aceptó.
Recordaba que después no hubo nadie que pudiera calmar la furia de Madam Yu. Ni siquiera su Shijie se quería acercar a su madre donde prefirió estar con A-Cheng, con él y con los demás discípulos.
Suspiró.
Extrañaba muchísimo a su Shijie y a Jiang Cheng, los necesitaba con él. Sin ellos... se sentía solo.
Y odiaba esa sensación, ese sentimiento.
—Yo...— dudó una voz rasposa y algo temblorosa, que logró despertar a Wei Wuxian de sus pensamientos.—Yo creo...
—¿Sí, Madam Wen?— preguntó con delicadeza QingHen-Jun al verla intentar que dar su idea.— No es necesario que se levante, díganos lo que quiera decir.
—Yo... yo creo que hay que esperar.— habló Madam Wen.
—¡¿Esperar?!— bramó indignado Jin Zixun, odiando estar rodeado de gente incompetente que ni siquiera eran de altos mandos de la Secta, solamente el que podía respetar era al Líder de Secta Lan.— ¡Esperar a ¿Que?! ¡¿A qué estén todos muertos?!
