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  Los días pasaban lentamente, las horas eran interminables y la semana pesadísima.

Chifuyu se levantó cómo para ir a trabajar, sacando todas las pocas fuerzas que tenía dentro de sí mismo.

— Otro día, otra desgracia— Se quejaba, mientras cepillaba sus dientes.

  Peke J aún dormía cuando su papá terminó de prepararse y salió de la casa rumbo a trabajar. Chifuyu le dejó su plato lleno de atún para que cuando se despertara pudiera desayunar, mientras con una media sonrisa caminaba hasta su auto.

Ya en la tienda de mascotas, el pelicorto solo podía mirar pensativo un punto fijo. En su cabeza imágenes de Kazutora lo invadían, recuerdos lejanos de ambos felices y preocupación de si estará bien.

Chifuyu pisó tierra cuando una mujer mayor que él entró a la tienda haciendo escándalo: su jefa.

La mujer había estado fuera del país durante años, y dejó a Chifuyu a cargo de su tienda de mascotas.

— ¡Matsuno! No puedo creer todo esto, tú y Hanemiya llevan decepcionandome bastante seguido. — La mujer golpeó la mesa de recepción enojada.

— Buenos días señora Yamada. — Saludó Chifuyu algo tenso.

— ¡Qué tienen de buenos!— Siguió la mujer— Recibí quejas por montón de ustedes dos y les advierto que no estoy para sus jueguitos de pareja.

— Se equivoca, Kazutora y yo no...

— ¡Me vale mierda! — Interrumpió— quiero que tomen en serio este trabajo, no puede ser que regreso y de lo primero que me entero es de que tú y ese muchacho han estado faltando.

— Disculpe— Agachó la cabeza apenado por la situación.

— ¿En dónde está el otro chico?— La mujer levantó la ceja como señal de pregunta amenazante.

— Él... — Chifu cerró los ojos decepcionado — No vino, hace días que no sé nada de él.

—¡Es el colmo!— La mujer salió del lugar azotando la puerta y sin tiempo de que Chifuyu pudiera respirar regresó con dos hojas en la mano. —¿Tienes un bolígrafo?

Chifuyu ya predijo lo que pasaría después, aceptó su destino y suspirando le pasó un bolígrafo negro.

— Bien— Rápidamente firmó ambas hojas y se las entregó al chico.

  Chifuyu leyó lo que decían esos papeles y aguantó sus ganas de llorar.

Lo habían despedido. No le importaba que a Kazutora también, ya que era evidente que si faltaba tanto tiempo le pasaría, pero ¿y él?, él había trabajado muchísimo en ese lugar, desde que tenía 15 años más o menos.

— Ah, toma— Le entregó una caja con algunas de sus cosas(al parecer ya había ido a recogerlas antes) y moduló su voz para despedirse— Gracias por todo Chifu, espero que te vaya bien.

Cabizbajo tomó la caja y subió a su vehículo. Mientras conducía rumbo a su casa intentó aguantar sus tremendas ganas de llorar.

— Baji- san,¿qué se supone que haré ahora? — Se sentía tan sin rumbo que, se le ocurrió algo mucho mejor que ir a casa, desvió su camino.

Necesitaba sentir a su primer amor. Necesitaba llorar junto a su primer amor. Necesitaba verlo, hace tiempo no iba a visitar su tumba.

No quería detenerse a comprar las típicas flores que se llevan en los cementerios, en lugar de eso, paró en una tienda cercana y compró Yakisoba. Pidió a la mujer que atendía en el lugar si podía prepararselo para llevar, le pagó extra.

MisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora