6a parada: Discoteca.

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La habitación estaba en completo silencio, salvo por el sonido del agua que llegaba desde el baño porque Suga había entrado a ducharse.

Sin estar muy seguro todavía de que fuera buena idea quedarse en esa habitación, Hoseok miraba la cama de matrimonio como si de un objeto desconocido se tratara; como si alguien la hubiera colocado ahí por error, como un bote de helado en la despensa en lugar de la nevera. Así se sentía.

Un poco inseguro, se sentó en el borde del colchón aunque lo que quería en realidad era tumbarse un rato, pues se sentía cansado y es que el asiento del coche no había sido un lugar precisamente cómodo para dormir.

Tras pensarlo un poco, cogió un par de almohadas y las colocó en medio de la cama, separándola en dos mitades. Satifecho, ahora sí, se acostó en uno de los lados y cerró los ojos aunque no tenía sueño.

— Ah, no hay nada como una ducha fría en verano.

Hoseok abrió los ojos cuando escuchó la voz del mayor, y se escandalizó al ver que se estaba paseando por la habitación solo con una toalla alrededor de la cintura. Por fin todos los tatuajes estaban a la vista, pero no permitió que eso le distrajera.

— Haz el favor de vestirte.

— A eso voy, la ropa que había comprado está por aquí.

El pelirrojo se esforzó por mirar hacia el otro lado, sobre todo cuando se dio cuenta de que no estaba entre los planes de Suga volver al baño para vestirse. Cerró los ojos otra vez, mas los volvió a abrir a los pocos segundos porque notó que se hundía el lado contrario del colchón. Suga se tumbó al otro lado de los cojines estratégicamente colocados, solo en boxers.

— ¿No piensas vestirte?

— Qué pesado estás con eso — gruñó el azabache. — ¿Nunca has visto un hombre desnudo o qué?

— Sí, pero...

— ¿Pero qué? Si vas a lloriquear como una universitaria recatada y escandalizarte porque no llevo cinco capas de ropa, me voy a otro cuarto.

— Pues vete — Hoseok ni siquiera lo pensó y hablaba muy en serio. Suga, sin embargo, le miró de reojo negando con la cabeza.

— Más quisieras... no pienso mover el culo de aquí.

— ¿Entonces por qué amenazas con irte?

— Para ver qué respondías.

— ¡Ugh! Eres terrible — resopló Hobi. — Haz lo que te dé la gana, no me importa.

Cerró los ojos de nuevo, pero escuchó al mayor soltar una risilla nasal. Notó que el colchón se movía otra vez; Suga se había dado la vuelta, dándole la espalda. Como quien no quiere la cosa, Hoseok aprovechó para ver mejor los tatuajes de su espalda porque le pudo la curiosidad.
Había varios tipos de flores, un dragón que cruzaba su piel desde la nuca casi hasta la cintura, más llamas de fuego, un reloj de arena...

Suga se volvió a mover y Hobi cerró rápido los ojos, temeroso de ser descubierto. Se preguntaba si todas aquellas ilustraciones tenían algún significado, o simplemente le gustaban los dibujos. No descartaba lo último, pues una amiga suya se había tatuado unas cuantas estrellitas sonrientes porque "era lo único que le gustó del catálogo", según le había contado.

El pelinegro encendió la televisión para ver las noticias y, para su alivio, no mencionaron nada sobre él. Aunque tenía claro que eso no significaba que no le estuvieran buscando. No había interesante que ver, así que dejó el mando y se quedó viendo una película de cowboys.

AUTOSTOP [YoonSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora