¿De Quién Es La Corona? [KageHina]

18. El segundo secreto

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HABITACIÓN DE TOBIO - CASTILLO KAGEYAMA

2 días para el baile de la luna azul

8:00 a.m.

Tobio Kageyama despertó aquella mañana solo en su cama. Con pesar, abrió sus ojos azules gracias a sol y la brisa que entraba por el balcón. Tanteó a su lado para buscar calor de su pequeño peli naranja, mas no lo encontró. La ausencia en su cama terminó por despertarlo completamente.

El cuerpo le dolía, pero no era un dolor insoportable. Caminó semidesnudo hacia el espejo que poseía en su habitación para observarse. Efectivamente, en su cuello y pecho había unas pequeñas manchas rojas, eran muy notorias. Se avergonzó al ver su reflejo y las evidencias de anoche.

Luego de recoger su camisón del piso y colocárselo, su mente divagaba la idea de dónde podría estar Shōyō. Se había ido sin despedirse, sin un beso. Aquello no le gustó, pero no lo admitiría abiertamente.

Pero se giró y vio un pequeño pedazo de pergamino que se encontraba encima de su escritorio de caoba. Desde lo alto pudo reconocer casi de inmediato la escritura bastante descuidada de Hinata. Había mejorado, pero aún seguía siendo algo confusa de leer.

Acercó el papel para verlo con mayor claridad.

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Buenos días

Perdón, debo ir. Daichi y Ukai. Real asunto. Mas tarde si?

Pd. Tobio lindo dormir. Y di beso en frente. Tobio enojado si adiós sin beso.

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Tobio hizo lo mejor que pudo para interpretarla, y sin duda, la posdatas le hizo sonreír muchísimo. Lo mejor del día anterior sin duda había sido su pequeño rayo de sol, Hinata Shōyō. Podía tener el día más mierda y aún así, él estaría ahí para consolarlo y demostrarle que no todo estaba tan mal.

El buen humor volvió a su ser y abrió las cortinas para dejar entrar al sol mañanero. Abrió su closet y decidido ponerse algo que el elegiría. Optó por una camisa corta y suelta de color blanco, pantalones negros y zapatos cómodos. Sin coronas.

"Ya todos saben que soy el heredero ¿cuál es el propósito de usar algo distintivo en mi cabeza? pesa demasiado" pensaba el príncipe.

Terminaba de peinarse y alistarse para salir en dirección al comedor. Su desayuno lo solían servir más tarde, pero, esta vez quería visitar él mismo las cocinas. Hace mucho que no le dejaban hacer eso, y era bastante divertido hablar con los cocineros cuando ellos mismos le preparaban la comida.

Entusiasmado, giró el pomo de su puerta y se encamino gustoso hacia su destino culinario. Sin esperar que al otro lado de su puerta se encontraría un pequeño príncipe peliblanco que estaba a punto de tocar a la pieza.

Ambos se sorprendieron por la presencia del otro, no pasó mucho tiempo para que Tobio lo mirara de pies a cabeza y pusiera una mirada furiosa. Abrió aún más la puerta para observarlo bien y pronunció.