4. Choques del destino

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CASTILLO KAGEYAMA 


El joven peli naranja cruzaba los pasillos largos del monumental castillo mientras buscaba al chiquillo berrinchudo que debía vigilar. Tenía entendido que las clases del maestro Takeda habían terminado hace ya buen tiempo y según el profesor, salió corriendo como un rayo.

Se detuvo frente a unas puertas decoradas con oro y marfil. Escuchó el sonido de cosas cayendo y decidió empujarlas para ingresar hacia aquella habitación.

Vio al pelinegro en el piso rodeado de libros, al parecer había perdido el equilibrio y tropezó junto a las enormes enciclopedias. El joven príncipe aún yacía en el suelo cuando Hinata decidió estirarle la mano con una sonrisa para ayudarlo a levantarse.

Tobio veía la mano extendida y al dueño de esta, decidió ignorar su ayuda y levantarse por su cuenta sin dirigirle una palabra.

Sé que al ser un príncipe debe ser culto pero, no tiene cara de que le guste leer.— dijo Hinata sonriendo a medias.

El ojiazul le lanzó una mirada fulminante. — No es que te interese, pero son libros de ilustraciones. Están llenos de dibujos sobre otras partes del mundo.

¿Por qué verlo a través de dibujos cuando puede salir a verlos en vivo? — Dijo mientras tomaba la silla frente a él y se sentaba para observarlo detenidamente. 

"Es atractivo. Muy atractivo, lástima que su personalidad es una mierda." pensaba el de ojos caramelo.

Vamos, corta el teatrito. Ya sé lo que eres. Solo vienes y le cuentas historias fantasiosas al viejo para sacarle dinero, apuesto a que ni siquiera haz puesto un pie fuera de Japón. Menudo estafador.— Dijo mientras planeaba ignorarlo y seguir estudiando sus ilustraciones y mapas.

Hinata quitó su expresión divertida mientras lanzaba un suspiro y subía su pierna encima de la mesa.

¡AH! ¡Baja eso idiota! ¿Acaso nunca te enseñaron modales?

Esta.— Shōyō mostraba una cicatriz. —Me la hice cuando fui a ayudar a una tribu cerca del Amazonas en América del sur.

Kageyama se quedó en shock al ver el tamaño de aquella herida "¿Qué demonios le hizo eso?"

Y estas.— el pequeño ahora le enseñaba sus brazos. — Me las hice sirviendo a Prusia durante la guerra franco-prusiana.

Ugh, como sea, puedes estar mintiendo. Tobio se negaba a creer aquello, pero las cicatrices en la piel tostada del contrario lo hacían dudar.

Shōyō le lanzó una media sonrisa, se acercó mucho hacia el pelinegro y lo agarró por el cuello de ls camisa mientras lo atraía hacia él. — Y esta...— decía mientras soplaba hacia arriba, haciendo que su cabello alborotado se moviera, dejando a la vista una gran cicatriz arriba de la ceja.

Esta me la hice en Austria.— dijo el peli naranja mientras estaba a centímetros del rostro de Tobio. 

Shōyō hablaba mientras miraba los labios del contrario. —Así que no soy un estafador. Yo le recomendaría seguir el consejo de su amigo y no juzgar a los demás, niño.— Acto seguido, el pequeño le soltó la camisa y tiró con desdén una especie de pasaporte con sellos y estampas de diferentes países.

¿De Quién Es La Corona? [KageHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora