Prólogo

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Las cenizas caían sobre mis pies, inertes. Un frío terrible hacía aquí afuera, y yo intentando escapar de las penas con unos cuantos cigarros.

¿Por qué no contesté a tiempo? ¿Por qué tuve que actuar de manera tan egoísta como siempre? ¿Qué razón tenía luchar por algo si probaba con mis acciones que era todo lo contrario? Ella me necesitaba, y yo no estuve ahí.

Tantas interrogantes en mi cabeza me provocaban un dolor punzante, que solo aumentaba con el olor a tabaco.

Una enfermera pasó por mi lado, corriendo apurada como todos en el interior. Era frustrante saber que a cada segundo alguien moría en el interior. Y que en ese alguien se podía convertir ella...

- ¿Joven? - la voz de un hombre me hizo voltear, ni siquiera escondí el cigarro que tenía entre los dedos -. Hay noticias del paciente - la sola frase hizo que frunciera el ceño -. Entró en un coma - soltó la bomba con la típica tranquilidad que tiene un doctor.

Y mi mundo se vino abajo.


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