Junto a la ventana, una pequeña ave picoteaba contra el vidrio, posiblemente en busca de algo que no encontraría: un hogar. No al menos afuera de mi habitación. Todos querían un hogar, y aparentemente nadie podía ser capaz de encontrarlo.
Con un golpe sonoro, Chace se despertó en el suelo de nuestra habitación. En menos de un minuto empezaron sus constantes quejas.
- Coño, tío, esto está dando vueltas - tal y como dije. No tenía la menor intención de ayudarlo, ni siquiera de levantarme. Seguía con sueño por no haber dormido casi nada en la noche, mi mente no me había dejado en paz con los constantes pensamientos sobre Lana -. ¿Qué hora es?
- Mira el reloj - sabía que no estaba en condiciones de hacerlo, pero yo tampoco lo estaba.
- Oh, no puedo ni distinguir los números - río como un crío estúpido -. Que noche, nunca más beberé así - mentira -. ¿Tú cargaste conmigo hasta aquí? No recuerdo nada, ¿Acaso te besé? - nuevamente esa risa, solo que ahora era algo nerviosa.
- Yo no te trajé - pensar en la estupidez que Chace había cometido solo aumentaba mi dolor de cabeza.
- ¿Quién lo hizo? - ahora sonaba preocupado.
- Marie - fui sincero.
- Mierda, mierda - empezó a decir caminando por toda la habitación -. ¿Y ahora que voy a hacer? - se llevó las manos a la cabeza.
- Solucionarlo - él me miro claramente preocupado.
- Ahora si que la cagué - no me atreví a contradecirlo.
Chace se tropezó al intentar salir de la habitación y yo no pude evitar soltar una carcajada. Sin embargo él no parecía tan divertido como yo, tenía la mirada preocupada y no dejaba de despeinarse el cabello constantemente. Me mantuve callado, en ese momento ninguna de mis palabras podrían ayudarlo.
El día no había ni empezado y ya todo era un caos.
* * *
Nunca había sido el chico más listo en el aula, sin embargo las cosas parecían irme peor en Química. A penas era capaz de mencionar un par de elementos de memoria, y ni que decir de las fórmulas. Era terrible, ¿Cómo es que conseguía mantener mi puesto en ese nivel de dificultad? A veces podía sorprenderme a mí mismo.
- Ryan, tu turno - me llamó el profesor a la pizza para poder solucionar el problema que había planteado.
Me acerqué con los nervios de punta, arrugando las esquina de la hoja que tenía entre las manos. Una vez en la pizarra empecé a copiar lo poco que había conseguido, aquel era un problema de mierda y no había logrado entender ni el inicio. No pasó mucho tiempo para que el profesor me detuviera.
- Hasta ahí, ¿Todo coinciden con lo que Ryan está haciendo? - hubo un colectivo asentimiento que no me terminé de tragar. Tal vez podía hacer algo bien en esa clase, me dí la vuelta para continuar -.
- Yo creo que podría terminarlo más rápido si intenta otro método - escuche la voz de un chico y me detuve.
- Si podrías pasar adelante para ayudar a Ryan, Seth - en cuánto escuche el nombre me paralice. No podía ser, era imposible que estuviéramos en la misma clase...
Un par de dedos me tocaron la espalda y volteé, encontrándome con un chico de cabello marrón y grandes ojos del mismo color. Me sonreía de manera amable, pidiéndome con la mano que le diera el plumon que tenía en la mano.
- Solo intenta cambiar esto - si no lo golpeaba en el rosto era porque todo el salón tenía la vista puesta en nosotros, y el profesor estaba esperando solo que hiciera un movimiento para poder castigarme.
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|Cenizas|
Teen FictionLana King, desenvuelta y rebelde. La clase de chica que haría lo contrario a lo que le dijeras, la clase de chica que es inalcanzable para todo el mundo. Fría como el hielo, dura como una piedra. ¿Acaso tiene un corazón? Ryan Smith, el típico moja b...