2.
El camino del laboratorio a las habitaciones era el más largo del campus y siempre me tomaba el doble del tiempo por la lentitud con la que caminaba. Odiaba correr de un lado a otro como si la vida se me fuera a acabar, prefería disfrutar de cada placer del día. Por más pequeño o tonto que fuera.
Los pasillos del piso en el que estaba mi habitación se encontraban desiertos a esa hora de del día, la mayoría iba a comer algo o perder el tiempo en los terrenos. Un grito femenino se escuchó, seguido de un golpe con fuerza. Sorprendido noté que provenía de mi habitación.
- ¡No soy una pinche bebé que tengas que cuidar! - la voz salió de la puerta, como lo había sospechado.
- Eres el ejemplo de Chuck, no puedes ser una mala influencia - reconocí la voz de Chace, sonaba asustado. Un tono con él que nunca lo había escuchado hablar.
- Lo dices porque tú ya jodiste tu imagen frente a papá - no tuve que sumar dos más dos para saber de quién se trataba, Lana estaba adentro. Podía imaginarla frente a Chace, haciéndolo parecer pequeño aunque fuera varios centímetros más baja que él.
- No quiero que termines peor que yo, ¿si? Sólo...compórtate - no debió de decir eso, no debió de hacerlo.
La puerta se abrió con fuerza y una Lana furiosa salió de ella. Me hice a un lado y pasó por mi lado sin siquiera verme, su cabello ondulado desapareció y un Chace derrotado apareció en la puerta de nuestra habitación.
- ¿Qué fue eso? - pregunté entrando y dejando mis cosas sobre mi cama. Chace cerró la puerta para empezar a pasarse las manos por la cabeza una y otra vez.
- No pensé que Lana estuviera tan jodida, creí...creí... - por lo que conocía a Chace, sabía que estaba teniendo una crisis. Sus orejas estaban coloradas y no dejaba de sobarse las manos y despeinarse el cabello, eran los gestos más nerviosos que tenía.
Lo ayude a sentarse sobre la cama y le aparté las manos de la cabeza, para que dejara de moverlas.
- ¿Como que jodida? - intenté que se distrajera.
- Está perdida, tanto como nosotros. Cuando yo me perdí, mi mamá se fue dejándonos completamente solos. Me da pánico pensar en que mi padres nos abandone. ¿Qué sería de Chuck? - me quedé en silencio, sin saber que palabras utilizar.
Conocía a Chace desde que empezamos a ir al internado, él era un chico flacucho de mi tamaño que no le tenía miedo a nada. No recordaba como terminamos metidos en tantos líos, siendo chimeneas que olvidaron todo. El día que la madre de Chace los abandonó, mi amigo lloró. Y fue la única vez que lo vi hacerlo.
- No creo que sea tan estúpida, por lo poco que he conocido a tu hermana noté que tenía los pies sobre la tierra. Relájate - al terminar de hablar caí en la cuenta de mi error, mas Chace no pareció notar que ya había hablado con su hermana antes.
- Supongo, Chuck solo nos tiene a nosotros - asentí con la cabeza mientras observaba como Chace iba recomponiéndose poco a poco. Al poco rato sonrió un poco y le dí unas golpe la espalda a modo de abrazo.
- ¿Irás a lo de Phoebe y Kim? - me levanté de la cama cambiándome de camiseta y sacando la chaqueta de cuero de mi armario. Chace me miró con una ceja alzada.
- ¿Quiénes irán? - miré mi reloj de muñeca, todavía era temprano.
- Creo que solo nosotros, los de siempre - Chace asintió con la cabeza, un poco más animado.
- Bien - se levantó, recogiendo su maleta para irse. Sin saber porqué lo detuve, una pregunta bullía en mi interior.
Más bien no era una, eran millones. De Lana. Quería saber porque decía que estaba tan jodida, que tenía que lo preocupaba y si podía ayudarla en algo. Todas esas ideas se quedaron atoradas en mi mente y surgió lo que menos esperaba.
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|Cenizas|
Teen FictionLana King, desenvuelta y rebelde. La clase de chica que haría lo contrario a lo que le dijeras, la clase de chica que es inalcanzable para todo el mundo. Fría como el hielo, dura como una piedra. ¿Acaso tiene un corazón? Ryan Smith, el típico moja b...