Ratos tormentosos. La eterna molestia de continuar incluso si no es el camino que quieres seguir y encontrar una manera de hacerlo.
Un joven de casi 18 años se encontraba estudiando antes de su examen de admisión a su soñada universidad, sin embargo...
Fonk.- Henkis ¿Estás bien?- Dijo acercándose a Henkis con cuidado.
.- ¿Que está pasando? - pregunto desorientado.
A sus ojos, un niño gigante de pelo verde y cuyos ojos eran tapados por su pelo se acercaba a el, o acaso ¿Se había encogido?, ¿Dónde estaba? Muchas preguntas se formularon en su mente.
El chico salió corriendo de la casa cuando pudo levantarse, siendo seguido por Fonk, estaba asustado, no sabía dónde estaba ni lo que había pasado, pero cuando vio el exterior sus piernas empezaron a temblar.
Un bosque lleno de luces por doquier, enormes muros de tierra y casas talladas en troncos como si fueran Pitufos pero grandes, lo reconoció de inmediato. El bosque Kokiri, no podía negarlo, un lugar que conocía bien.
Recordó lo último que había visto. Un vídeo donde le preguntaban...
Empezó a hiperventilar, poco a poco, más gente se acercaba, curiosos por lo que estaba pasando.
Se acercó al pequeño lago a tomar agua y se agachó para ello pero cuando vio su reflejo empezó a perder ángulos de visión, un sudor incontrolable parecía salir de el, un nudo en su garganta evito que el agua pasará.
Un ataque de pánico estalló cuando no pudo reconocer su reflejo.
.- N-no, no, no, no, no, no. ¡No! ¡No! !NO!
Retrocedió con sus manos, las miro y gritó, gritó, como nunca había hecho antes. Los Kokiri se asustaron y alejaron del chico quien empezaba a perder la respiración. En poco tiempo se desmayo.
Si bien, gran cantidad de los Kokiri se encontraban cerca de ahí, uno se acercó cuando todo había acabado.
Mido.- ¡y ahora que quiere el SIN HADA?
El bosque se llenó de gritos de miedo, los Kokiri no sabían que hacer, jamás les había pasado algo similar. Cuando quien gritaba se había desmayado no supieron que hacer.
Mido cambio de semblante y ante la vista de todos, el altanero y orgulloso demostró su valía de líder, serio pero asustado paso a ordenar que se llevarán al desmayado a su casa.
Mido.- No dejen que se vaya, está asustado, todos nosotros lo...- Decía, para después ver su alrededor, a la cara de cada Kokiri que conocía; trago saliva.
Mido.- ¡Pero no teman!, el Gran Árbol Deku sabrá que hacer, y yo, su líder EL GRAN MIDO, les protegerá- Dijo calmando al resto de los Kokiri, tras ello sin voltear a ver a nadie más partió rumbo a la pradera del protector y padre de todos los Kokiri, El Gran Árbol Deku.
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Se había corrido la voz, en un lugar tan tranquilo de lo que pasó, un Kokiri enloqueció al ver su reflejo en el agua, después de eso el resto instintivamente se alejaban del pequeño cuerpo de agua hasta saber que hacer.
Habían pasado un par de horas, en las que Mido seguía su charla con el Gran Árbol Deku sin encontrar una razón contundente por la cual Henkis empezará a gritar.
Árbol Deku.- Solo queda esperar y saber por parte de Henkis el porqué de su actuar. No debes temer, ahora vete, descansa.
Mido.- Si.... N-nos vemos Gran Árbol Deku.
La sabiduría y reflexión del Gran Árbol se encontraba en una encrucijada, ¿Acaso la maldición de aquel maligno Rey del desierto de alguna manera logró afectar al niño? El árbol mecia sus ramas, desde su interior algo se alimentaba de el, una alimaña que poco a poco consumía sus fuerzas y sin embargo no podía dejar de pensar en aquel pequeño y su alarmante actuar.
Árbol Deku.- No, No creo que está mal si...- dijo dudando si hacer o no lo que planeaba, sus raíces se estremecieron, no podía evitarlo, aún moribundo, no podía abandonar a sus hijos y aún si lo hiciera, los días previo a ello se vivirían en paz.
Las hojas del árbol se mecieron ligeramente, de sus hojas empezaron a salir una gran cantidad de luciérnagas de todos colores por todo el bosque, llegando a casa uno de sus pequeños habitantes, un costo en su restante energía mágica pero era un regalo para que esos niños descansarán.
Y así, las luciérnagas entraron a cada casa, cada rincón del bosque, el camino, la pequeña cascada y eventualmente algunas entraron al hogar de los gemelos, una de ellas detuvo su vuelo en el rostro del peliazul y este despertó.
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