Ratos tormentosos. La eterna molestia de continuar incluso si no es el camino que quieres seguir y encontrar una manera de hacerlo.
Un joven de casi 18 años se encontraba estudiando antes de su examen de admisión a su soñada universidad, sin embargo...
Mist. - El Gran Árbol Deku dijo que no volverías al bosque en años.-- dijo, sobrevolando el mapa del niño.
Henri se encontraba trazando un cambio de planes, no sabía tocar la ocarina, así que tras dibujar las teclas de todas las canciones que recordaba decidió contactar con aquellos que si conocían las notas.
Henri. - Lo sé, también sé que el viaje es demasiado largo, tardaría un día entero en volver y cuando lo haga es posible que un niño me reconozca si es que Anju o una bestia no me mata antes--contesto.
Mist. - Entonces ¿por qué no vas con la princesa Zelda? Me contaste que solo ellas dos manejaban la ocarina, si no es con Saria, será con Zelda.
Henri. - Si, tengo varias desventajas. Para empezar, no tengo con que defenderme si es que entró en el bosque, y tampoco tengo una razón contundente para que Zelda, una princesa me ayude a tocar mejor además...-
Mist. - ¿Además?
Henri. - Cualquier viaje que haga tomará demasiado tiempo, lo mejor que puedo hacer si tengo que realizar un viaje es aprovechar cada segundo posible, lo importante aquí es adelantarme a él.
Mist. - ¿A quién?-- pregunto.
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Un cielo oscuro con una tormenta, un puente elevadizo que permite salir a un caballo blanco, una chica y su guardiana manejando aquel equino, intentando escapar a toda prisa del lugar mientras que detrás les persigue un jinete de armadura negra, con ojos malignos, una risa malvada le despierta.
Empapado de sudor, un niño se despierta de una pesadilla, hacía tiempo yá que su sueños se repetían, en diferente orden pero siempre el mismo ciclo. Tras levantarse de la cama, tomo un par de las herramientas que tenía en su casa, bajo con cuidado unas largas escaleras y empezó su trabajo en la cosecha cerca de su árbol.
Tras la desaparición de Henkis, el resto de Kokiri se aparto todavía más de él, después de todo podría pasar en cualquier momento que el otro niño sin hada enloqueciera, solo Saria se acercaba a Link pero, ahora temía no poder ayudarle si es que no estaba cerca de él.
Saria. - ¡Buenos días link! ¿Cómo estás?- saludo enérgicamente.
Link saludo con un gesto a su amiga. Hacía un tiempo había terminado su tarea en las cosechas, pero al ver a su amiga se congelo.
Se encontraba indeciso si entregar o no lo que habían hecho, ya habían pasado cinco días desde que su amigo se fué por lo que decidió al final guardarse el obsequió que le encomendó su amigo y entregar el suya a Saria, quien se encontraba feliz, después de todo, al igual que los Kokiri se alejaron del niño, el niño se alejo de ellos.
Saria. - Gracias Link, has mejorado mucho.-- dijo sosteniendo la corona con sus manos.
Link asintió, estaba feliz por haber logrado hacer un regalo para su amiga, pero su sonrisa cambio rapidamente.
