"Preferiría verte muerta antes que con otro hombre."
Annie Williams nunca imaginó verse implicada en una relación tóxica, ¡ella era muy inteligente como para eso! ¿Qué dirían sus padres?
Ni mucho menos con el futuro John Lennon de The Beatles. Anni...
╰──➢Déjame susurrarte en el oido. Di las palabras que anhelas escuchar. Estoy enamorado de ti.
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narrador.
—Claro, me encantaría—sonrió Annie—No conozco a nadie aquí además de Lilly y George
—Bueno, ahora tienes un amigo—sonrió igualmente. "Vaya, huele delicioso" pensó John. Se oyó un pitido proveniente de la cocina y la chica reaccionó.
—¡Oh! Las galletas están listas—caminó hacia la cocina y el delicioso olor se esparció aún más. John caminó hacia ella por si necesitaba algo de ayuda.
—Huele increíble.
La chica solo sonrió en respuesta.
—¿Te gusta cocinar?—preguntó con curiosidad.
—Así es, mi papá es un chef ejecutivo
—¿Tiene su propio restaurante?
—Tiene varios, pero le gusta trabajar en uno pequeño allá en London.—John estaba algo confundido. No le habían mencionado que era una niña rica.
—¿Siempre viviste en London o ya habías vivido en Liverpool antes?
—Te gusta hacer preguntas, ¿no es así?—ella rió inconscientemente mientras ponía las galletas en un plato.
John no tenía idea de que estaba haciendo. No solía hablar con una chica de esa forma por primera vez
—Muy bien, empecemos de nuevo—dijo al ver que él no le contestaba—Anne Mary Williams, 16 años, he vivido toda mi vida en London; gusto en conocerte—estiró su mano con una sonrisa.
Una genuina sonrisa se formó en él
—John Winston Lennon, 17 años, nunca he salido de Liverpool, es un placer—tomó la mano de ella y la besó levemente. Annie rió por lo último—¿De que te ríes? ¡Es cierto! Nunca he salido de Liverpool
—Está bien, lo siento—dijo acompañada de una pequeña risa.
—Vaya, YO lo siento. No tenía idea que salías del país todos los días, mi error—dijo indignado para luego bromear con ella.
—¿Quieres probarlas? Te daré el honor de ser el primero—puso el plato en la pequeña mesa de la sala y ambos se sentaron en el sofá.
—Me alaga, su majestad—dijo sarcásticamente tomando una galleta y llevándola a su boca. Dió un mordisco y cambió su cara a sorprendido—¡Son muy buenas!
—¿En serio?—tomó una y dio un mordisco
—¡Son deliciosas! Ahora me tendré que llevar tres bandejas
