𝑪𝑯𝑼𝑹𝑪𝑯 𝑺𝑬𝑿 - 𝖙𝖆𝖎𝖏𝖚 𝖘𝖍𝖎𝖇𝖆

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• 𝐓/𝐍 •

Al llegar al lugar entramos, aquel hombre se encuentra ordenando el lugar, es un señor aproximadamente de unos 40/50 años. Se precató de nuestra presencia y se acercó.

— Bienvenidos a la casa del señor.— saludó.— ¿En qué puedo ayudarlos? — preguntó.— ¿Desea confesarse hermana mía? — escaneó mi cuerpo.

— No.— respondí.— Alguien nos dijo que hoy habría una misa muy divertida.— mencioné.

— Lo único divertido parece ser usted.— confesó.— Disculpe el atrevimiento, sólo digo la verdad.

— Hasta aquí llegaste, querido padre.— saqué mi arma y Taiju hizo lo mismo.— ¿Crees que no sé que eres un violador? — sus ojos tiemblan.— No hagas nada estúpido, o tu cabeza pagará las consecuencias.

— Se equivocaron de persona... Por favor.. No me maten.— suplicó.— Estamos en la casa de Dios.. Esto es una confusión.

— Es hora de pagar tus pecados.— Taiju le dió un puñetazo.— Dios me está ordenando que te mate.— sonrió.

— ¿Taiju, nos equivocamos de persona? — el peliceleste negó con la cabeza.— Daiki Nakamura, ¿ese eres tú? — su rostro quedó pálido.

— Sí, pero yo nunca.. Haría algo así.— tartamudeo un poco.

— No seas cínico.— golpeé su rostro con una patada y cayó al suelo.— Pagarás por cada sufrimiento, ratita.— sonreí.— Obedece, o tu tortura será mucho peor.

— Haré lo que me pidas.— cayeron lágrimas de su rostro.— Pero no me maten.

— Qué hombre más cobarde.— Taiju se rió.

Él peliceleste tumbó al hombre en la esquina de una pared.

— ¿Hablarás? — me agaché a su altura.— Cuéntanos sobre aquellas mujeres.

— ¡No hice nada, lo juro! — lloriqueo.

— Si sigues negandolo te irá peor, idiota.— Taiju golpeó a Daiki en la cabeza.

— Tratamos de ser buenos.— hablé.— Pero no cooperas. Tocará a las malas.— saqué un cuchillo de la funda dónde está mi arma. Se la coloqué en la garganta.— Mira el cuchillo.— miré su cuello.— ¿Ves su filo? — asintió.— Si te mueves, causarás tu propia muerte. Sería un suicidio.— sonrei.

— ¿Que quieren de mi? — tembló.— ¡No tengo nada que ver en esto!

— Las mujeres que hiciste cosas horrendas con ellas, también suplicaron.— corte un poco su cuello.— Y no te importó, a mi tampoco me interesa si lloras o súplicas por tu vida.— me pare.

— ¿Acaso eres la justicia ahora? — se rió.— No eran más que mujeres vírgenes.— Taiju empezó a golpearlo sin parar.

— Taiju, para.— ordené.

— ¿Quieres que siga vivo? — jadeó con él ceño fruncido.

— Por supuesto que no.— mencioné.— No debemos matarlo, su muerte debe ser lenta y dolorosa.— el peliceleste se calmó y obedeció.— En cuánto a tí, moriras cómo él cobarde que eres.— me agaché de nuevo.— Justo ahora vendrá la mejor parte, espero que estés listo.— sonreí.

— ¡Por favor no!... ¿Querías que confesara no? — gritó.— ¡Pues ya lo hice!

— Súplica.— toque su menton.— Nadie te escuchará.— me rei y me levanté. Me coloqué unos guantes, y agarré unas tijeras, la coloqué en su dedo índice.— Te dolerá, pero aguantarás.

|𝐌𝐈𝐊𝐄𝐘 𝐒𝐀𝐍𝐎 𝐘 𝐓/𝐍| +𝟐𝟏 𝐒𝐖𝐄𝐄𝐓 𝐎𝐁𝐒𝐄𝐒𝐒𝐈𝐎𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora