Él amor traiciona y hiere demasiado. Y es mucho más complejo cuándo tienes que escoger entre vengarte del hombre que te hizo daño o darle una segunda oportunidad.
Esta es la historia de T/N Suzuki... Ella deberá escoger entre perdonar al hombre que...
El tiroteo continúa, parece no acabar nunca. Mikey parece estar tranquilo, aunque estoy segura de que en el fondo está completamente inquieto. Matamos a la mayoría de ellos, pero eso solo no es suficiente para ganar.
La puerta trasera del lugar se abrió, logrando ver a Draken, junto con los demás, falta sólo Taiju. Se escuchan más disparos. Bonten quedó impactado viéndolos, Mikey está paralizado. Todos visten lo mismo.
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— Ken.. Chin.— dijo Mikey, su arma está hacia abajo y su cuerpo está quieto.— ¿Y Takemichi?
— Acaso.. ¿Ese es inupi? — las pupilas de Koko tiemblan.
— ¿Wakasa? — los ojos de Takeomi se abrieron, dejando caer su cigarro.
— Sen.. Ju — dijo Haruchiyo en voz baja, sus ojos se abrieron. Inmediatamente saco pastillas de su bolsillo y las trago.
— Izana.. Está vivo.— los ojos de Kakucho se cristalizaron.
— Por fin.— suspiré aliviada.
— ¿Tú los llamaste? — preguntó Sanzu.
— Pues si.
— No recuerdo haber dado la orden de pedir refuerzos.— él albino frunció el ceño.
— Gracias a mí ahora no estamos bajo una puta tumba.— dije con un tono de voz fuerte.
— Joder, T/N.— suspiró él albino.— Bien.— levantó el arma.— La nueva orden es ayudar a la organización de T/N. Matemos a todas estas ratas.
Bonten acudió de inmediato a la orden de su jefe. Me fui acercando a los chicos poco a poco, y muchos hombres impiden que eso suceda. Me deshice de todos ellos. Y finalmente, la única ejecutiva que pudo acercarse a mi organización fui yo.
— T/N.— él pelinegro disparó.— ¿Cómo estás? — sus pupilas tiemblan.
— Ken-Chin.— me puse sensible con solo mirarlo, es como un hermano mayor para mí.— Estoy bien.
— ¿Ese es Mikey? — él pelirubio disparo nuevamente.— Está muy... Cambiado.
— Sí, lo sé.— disparé a otro hombre.— Encarguemonos de estos imbéciles.
— Sí.— respondió Draken con una sonrisa.
Agarré a uno de los tantos hombres del brazo y con fuerza lo tire al suelo, disparé al instante en su cien. Estoy furiosa, parecen cucarachas.
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