Capítulo 11

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Los eventos de caridad tienen siempre un propósito altruista, sin importar que las personas no siempre correspondan las buenas acciones que promueven, un ejemplo claro de eso era Mary Margaret y su padre, sonriendo a todos y jugando a ser perfectos, aunque me sentía hipócrita porque David y yo éramos parte del mismo juego, hasta mi ropa era una farsa, vestida a juego con él en tonalidades pasteles y prendas sencillas.

Mi lugar de asignación fue de lo más aburrido, sentada junto a una señora con quien llevábamos el registro de todas las ventas de cada uno de los stand, la gente recibía un ticket al ingreso y los vendedores nos daban el ticket que recibían de ellos con el informe respectivo de la compra que realizaron, no podía negar que era una buena forma de llevar las cuentas para que nadie decidiera guardarse el dinero que debía destinarse por completo para caridad, aunque cada grupo en su stand vendía lo que ellos mismos trajeron, el alcalde quería mantener la tradición de transparencia que siempre había tenido el evento.

El aburrimiento de mi gestión de registro me permitió prestar atención a lo que todos hacían, también estábamos ubicados en un lugar privilegiado para tener todo a la vista, por ejemplo, no necesitaba hacer cuentas para saber que Ruby y su abuela eran quienes más vendían, su comida era buena, tanto las opciones grasosas como las más saludables, lo confirmé cuando David nos trajo sanduches y jugos que les había comprado; a quién también tuve mucho tiempo de observar fue a Mary Margaret vendiendo velas y jabones artesanales, se tomó su tiempo en ser ella quien se acercara a informar su registro de ventas, antes había mandado a otros, coincidentemente eligió justo el momento en que mi compañera se levantó para ir al baño.

—Regina, ni siquiera noté que estabas aquí —dijo con una gran sonrisa falsa.

—Es un evento de caridad, no una fiesta.

—Creí que estarías ayudando a David, espero que no estén peleados.

—Eso te encantaría ¿no es así?

—No pongas palabras en mi boca, les deseo lo mejor a todos, incluidos ustedes.

—Gracias, tan linda. Ya llené tu registro, puedes volver a vender tus velas y jabones.

—No quería creer lo que me comentaron, pero viéndolos así tan alejados estoy pensando que seguramente es cierto, que feo que David no te dé tu lugar, no te presenta a su madre, te esconde aquí, es que ni siquiera parecen una pareja.

—Es increíble lo mucho que te importa lo que hacemos, ya deberías haber superado a tu ex.

—David y yo siempre vamos a estar conectados, algo que tú no entiendes porque eres una recién llegada, la gente se preocupa por él, saben que a pesar de nuestros errores, seguimos siendo una familia.

—Ese es el problema contigo, que no aceptas tus errores, lo engañaste, se terminó y él está casado conmigo, yo soy su familia ahora, e incluso, ya que estás tan al pendiente de nosotros, no me gustaría que te sorprendieras si te enteras que estamos buscando hacer crecer nuestra familia.

—Claro que no. David...

—David es mi esposo, nos casamos, hacemos el amor sin cuidarnos porque morimos de ganas por tener un hijo —lo dije mirándola a los ojos, con toda la intención herirla.

Su falsa sonrisa se borró por completo, apretó sus manos en puños y contuvo las lágrimas en sus ojos, casi sentí lástima por ella, pero abrió la boca una vez más y me confirmó que no era alguien inocente, simplemente una mujer egoísta a la que yo no le caía nada bien.

—No va a pasar —dijo entre dientes—. No importa lo que hagas, tú lo conoces hace dos segundos, yo de toda la vida, y aunque jamás volvamos a estar juntos, las dos sabemos que toda esta farsa es solo eso, así que deja de repetir tonterías que te aseguro no pasarán.

Control de DañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora